Miércoles

Los miércoles son una especie de día de descanso en medio de la vorágine semanal. Salimos del martes  repleto de actividades y carreras, para enfilar un jueves ciertamente tenso en los últimos meses. El jueves tenemos la acogida de Cáritas en la parroquia, y eso ya se sabe. Pero de esto ya hablaremos un jueves.

Así que, iba diciendo, el miércoles es una especie de llano en medio de la ascensión. El miércoles parece que me despierto más deseoso de empezar, porque sé que el día trae un cierto relajo de ritmo que permite otras actividades más gratificantes: el encuentro con los adultos que buscan, que quieren buscar, dispuestos a compartir la inquietud y sobre todo la búsqueda y el ponerse en camino. O la reunión de equipo de la HOAC con quienes ir confrontando la vida y sentirse uno más en el servicio, y educarnos la mirada y el corazón para ir construyendo esa nueva vida. O –en otros miércoles- reunirse con los voluntarios de Cáritas del arciprestazgo, y sentir la tarea compartida más allá de las fronteras parroquiales, haciendo comunión pasito a paso con quienes han querido compartir el mismo sentido de la vida. O simplemente poder leer y escribir.

El miércoles una o dos veces al mes, es el día de la compra, de estrenar frutas o verduras, de saborear lo fresco y lo sencillo, de hacer pucheros y organizar despensas. Es día habitual de amanecer en casa si hubo algún viaje.

Es llegar a la mitad del camino, que no es poco. Es el día de la tarde sin prisas, para encuentros despaciosos. El miércoles permite bajar la velocidad, y contemplar el paisaje circundante: los rostros y las historias de la vida. Es día de encuentros y amalgamas. Es saber que hemos superado bien el martes.

El miércoles no tiene sobre sí la responsabilidad de empezar la semana, lo que le haría más circunspecto, ni le cabe terminarla aunque quisiera, lo que le libera de ese aire festivo necesario que, sin embargo, se transforma en agotamiento final y progresivo, se termina desinflando con la suavidad con que se apaga una vela. Mire a donde mire, el miércoles se llena de pausa y de ritmo. Tiene principio y fin, pero tiene, más que nada, argumento, consistencia: cada hora dura una hora, y cada minuto nada menos que un minuto.

Por si no lo sabéis, hoy es miércoles.

Comentarios

  1. Yo no puedo olvidarme que hoy es miércoles, como todos los miércoles; un miércoles más en el que disponer las manos a las órdenes de quien tiene las suyas clavadas en la cruz. Es día de acogida en San Lorenzo, día de gratitud y de tensión, de constatar cómo tanto "chorizo" nos están dejando sin pan para todos. Hoy, de manera especial, formación de Diocesana, previa al momento de la acogida: El ser y el hacer de Cáritas. Llegará la hora de cierre, pero seguirá la cola y seguiremos atendiendo; las manos desparramarán generosamente, pero seguirá habiendo aceite en la alcuza y harina en la artesa. Me ha costado entenderlo, pero Dios provee, ¡vaya si provee! ¡Alabado sea el nombre de Dios!

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