confusión
Siempre que atracamos
en el puerto precuaresmal, esta ciudad vuelve a pretender sustituir el
Evangelio de Jesucristo, por devociones que lo han ido oscureciendo a lo
largo de siglos, y que ya nadie, o casi nadie, es capaz de desempolvar.
Los periódicos
empiezan a confundir cosas, a mezclar folclore y religión, a mezclar los deseos particulares de quien "juega a
los pasitos" que se dice por aquí, con la vida de las hermandades que forman parte de la Iglesia. Solo eso ya pone de manifiesto el desconocimiento y la incultura
eclesial (que no eclesiástica) en la que nos movemos en estos lares.
Siempre que
llegamos a estas fechas se nos pretende hacer comulgar con las ruedas de molino
de una religiosidad popular que se ha demostrado ya más popular (y habría mucho
que decir también sobre lo que esto significa) que religiosa, más social (de “sociedad
sevillana”) que eclesial, y más zanja que camino. Es verdad que no solo aquí,
sino en más sitios. Pero todo eso se ha posibilitado aquí desde la misma Iglesia, porque se ha buscado más el número que llena espacios, aunque sea sin fondo alguno, que la calidad de la vida de fe, aunque sea de forma poco significativa.
Recientemente el Arzobispo, en referencia al Vía Crucis magno convocado con motivo del
Año de la Fe, apuntaba que le gustaría que fuese motivo de gran conversión. Yo
no puedo compartir esa esperanza porque creo que no se ajustan medios y fines,
simplemente. Conspicuos cofrades con los que charlaba el otro día –en cambio- se
reían abiertamente de esta afirmación apostillando que “no se entera”. “Que eso
no tiene nada que ver, que esto es otra cosa”. Fíjense si es otra cosa, que hay
“asociaciones culturales” a las que se les ha ocurrido también hacer su propio “vía
crucis” sacando imágenes en pasos, y al Ayuntamiento financiarlo.
Y llevan razón
estos amigos cofrades. El caso es que la llevan. No hemos tenido el valor para
reconocer cuán distintas son una cosa y otra y actuar en consecuencia. Pongo a
salvo, desde luego, la fe sincera y sencilla de muchas personas a las que se ha
mostrado ese camino y solo ese, y se les ha dicho que eso era evangelio, y que
eso tenía que ver con seguir a Jesucristo Crucificado y Resucitado, aunque
jamás se escuchara la palabra de Dios, o jamás se participara de la vida y la
celebración de la comunidad cristiana, o la vida personal tuviese poco que ver
con eso de buscar el Reino y su justicia. Pecado por el que algún día la propia
Iglesia habremos de pedir perdón.
Pero cuando se es
consciente de eso, cuando hemos hecho examen de conciencia, hemos de hacer
propósito de no volver a pecar, y poner el oportuno remedio. Y esto sigue
faltando. Y si no, mientras, la gente seguirá siendo confundida. Y seguiremos
pasando al lado del Señor, y seguiremos siendo incapaces de reconocerlo y de
seguirlo. Y seguiremos haciéndonos un dios a nuestra medida que nada tiene que
ver con el Dios de Jesucristo.
Rubrico cuanto dices, Fernando. A parte de la eterna pregusta, "¿qué estreno saca...?", llama la atención que en esa religiosidad popular no tiene cabida Cristo Resucitado.
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