Nunca es tarde. Reflexión de Pagola para la Cuaresma
No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Trato de que mi vida sea coherente con el Evangelio, a pesar de mis muchas caídas, pero me cuesta anunciar la Buena Nueva: "id al mundo entero..." Admiro a los Testigos con su porte de Atalaya en un cruce cualquiera o de puerta en puerta; admiro a los diversos protestantes que hacen uso de las redes sociales para anunciar el Kerigma. Pero, ¿y nosotros? ?Qué pasa con nosotros los católicos? ¡Ay de mí, dijo san Pablo y digo ahora cuando se me recuerda. Señor, dame fuerzas.
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