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No tengo fuerzas para rendirme
Cuenta un chascarrillo que circula por la red, que la diferencia entre la puerta de la consulta de un psicólogo y un psiquiatra, es que en la de aquel debe figurar un letrero que diga "Toque la puerta antes de entrar", y en la de éste uno que ponga: "Toque fondo antes de entrar". Cabe, a juzgar por la foto una tercera opción: la de carecer de fuerzas para reconocer la situación, por haber traspasado el fondo. Pero también se puede leer en clave positiva: Han llegado a ponernos tan al límite que la rendición no es una opción. Rendirnos sería negarnos a nosotros mismos, admitir que somos "recursos humanos", mercancía de intercambio; requeriría un esfuerzo de ir contra nosotros mismos tan antinatural, tan forzado, que no estamos dispuestos a realizar ese desperdicio inútil de la energía que nos queda; rendirnos supondría renunciar a los últimos resquicios de humanidad en los que podemos resguardarnos de la intemperie; rendirnos supondría reconocer la f
Nunca es tarde. Reflexión de Pagola para la Cuaresma
No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a
¡Preciosa oración! Que así sea.
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