Primavera desde el tren

La foto no es mía, pero eso da igual. Sirve para expresar lo contemplado. Cada viaje es distinto. Hace años que voy haciendo la misma ruta en tren, de ida y de vuelta. Y, sin embargo, los paisajes, familiares, no llegan a hacerse suficientemente transitados, porque siempre son nuevos. Cambian con la hora, con la luz, con la estación, o la climatología, con el asiento que ocupo en el tren, con el hecho de verlos en el sentido de la marcha o al contrario. Siempre parece que es la primera vez que se aparecen a mis ojos. Siempre bendición, y llamada a perseguir horizontes distintos y distantes. Sierra Morena en primavera es una explosión de luz y color. Como lo es de matices y tonalidades en otoño, de intensidades en invierno, o de sonidos en verano. Cada viaje es una aventura para la mirada, y para el corazón. Solo ponernos en marcha es suficiente para sentirnos transportados no solo en la distancia física, sino especialmente en la emocional, y volar, contemplar, y agradecer. Viajar, aunque sea para atender obligaciones, es ya una aventura, aunque nuestro destino no se haya alcanzado aún. Hay que viajar.

Comentarios

  1. He vivido esa misma sensación, en especial por los caminos ya transitados; es como no poder bañarse dos veces en el mismo río, una sensación de rabiosa novedad cada ver que pasamos por el mismo itinerario de siempre: otro paisaje y también otra mirada.
    Un abrazo.

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