Cuenta atrás

Cuando los días en Sevilla empiezan a rozar e incluso a traspasar la barrera de los cuarenta grados, hay que pulsar el interruptor del cambio climático. Sí, hombre, ese que te dice que ya tenías que haber cambiado ya los ritmos vitales, no solo guardar alfombras y edredones. Y, por supuesto, es hora de cambiar los ritmos de verdad. Es hora de cortas y reparadoras siestas, en el frescor de la oscuridad, resguardados del sol y del calor, hora de tiempos sosegados que empiezan a reclamar los espacios que les pertenecen, hora de encuentros personales, hora de lecturas pendientes y botijo…

Sobre todo, es hora de empezar a dejar de leer las noticias cuyo contenido sea lo que los políticos dicen o hacen, o pretenden decir o hacer, porque para algunos llegar a articular verbalmente la idea ya es un logro de dimensiones épicas.

Y es hora de ser consciente de que lo que ellos dicen, sobre todo cuando hablan de sí mismos, ni es noticia (porque no es nuevo), ni es algo que requiera comentario sesudo ni atención, ni es importante y, por supuesto, no es necesario. Me recuerdan al hijo pequeño de una amiga que molesto porque nuestra conversación no lo incluía nos reclamaba insistentemente que habláramos con él y, al preguntarle de qué quería hablar, nos dijo alargando la vocal: “de míííííí”´. Cuando empezamos a atenderle dejó de decir cualquier cosa, no sabía que decir, pero en su absoluta e infantil carencia de tantas cosas, requería ser el centro de nuestro mundo; como un político de éstos, criados en el invernadero del partido, y que cuando sale a la calle, a la luz, se ve más desprotegido que una mosca en mi jardín, ferozmente vigilado por el mirlo. 

El verano tiene de bueno, que puede uno desconectar algo más extensa e intensamente de esta caterva, y cambiar sus boutades por literatura de la buena, y por música de la mejor. Porque, al menos en Andalucía, nos queda que aguantar toda una campaña previa de primarias –es curioso cómo le huye de facto el PSOE a las primarias de verdad- para elegir (dicen) a una candidata (impuesta) cuyos méritos están por ver (fuera del partido, me refiero). Le huye tanto como IU a la democracia interna. Lo del PP es normal, por eso no los cito: como no creen en la democracia interna ni tienen primarias en los estatutos, se designa al que el jefe quiere, y ya está, no chirría, pero en los otros…

Pues eso, que el verano tiene de bueno que les pueden ir dando más de lo normal. Y, a lo mejor, cuando hacemos como que les prestamos atención y dejamos de escucharlos, les pasa como al hijo de mi amiga… se callan.

Estoy de cuenta atrás. ¿Se nota?

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