Desconcierto antes del Reino

Fuera suena el mundo, sus mercados, sus proyectos,
que dan a unos su fiesta y a otros su lamento.
Escucho. No lo entiendo.

 La bolsa, los bancos, los partidos, las empresas...
largas filas de personas cayendo en tierra.
Las cuento. No lo entiendo.

El hambre, el paro, las clases, la xenofobia...
condenan siempre a ser reverso de la historia.
Es claro. No protesto.

Y aparecen las miserias del mundo civilizado:
pateras, desplazados, campos de refugiados...
Me asombro. No protesto

Son muchos y muy diversos lo escenarios:
Lampedusa, el Congo, Afganistán o este barrio...
Lo veo. No reacciono.

En los nuevos calvarios sigue habiendo cruces,
son tantas que nos resultan ya indiferentes.
Lo juzgo. No reacciono.

Por el poder, por el dinero, por la fe, por el coltán
se roba, crucifica y mata sin piedad.
Lo oigo. No respondo.

Los negocios y el mercado imponen sus leyes,
las personas son moneda de cambio siempre.
Lo oigo. No respondo

Los líderes, los políticos, los ricos y esbirros
se creen dioses y dueños, imponen silencio.
Observo. No lo creo.

Levantan sus banderas, sus sonrisas, sus dientes,
sus tanques, su avaricia, sus bancos, sus vientres.
Lo veo. No lo creo.

Viven seguros, construyen su mundo aparte,
sólo ofrecen las migajas de su banquete.
Lo pienso. No lo digo.

Farsantes de feria, se ríen de la justicia,
imponen sus leyes con engaños y consignas.
Lo pienso. No lo digo.

Yo tengo un agujero oscuro y calentito
en el que vivo, como, sueño y estoy tranquilo.
Te rezo muy piadoso.

Pero vienes y me miras y, con tu fuerza viva,
me lanzas fuera para que entienda, crea y diga.
Te miro. Me sorprendo.

Y antes de llevarme a tu reino de gracia y vida
me invitas a comulgar contigo en esta tierra.
Me abrazas. Me sorprendo.

Florentino Ulibarri

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