Deseos protocolarios y felicidades vacías
Llegan a cansarme, a saturarme, la cantidad de "felicitaciones de navidad" que te llegan a través de las redes sociales, el correo electrónico, el teléfono móvil por cualquiera de sus medios... Puedo aseguraros que la mayoría responden al título de esta entrada: deseos protocolarios, a veces de gente que ni conozco. Otras son portadoras de felicidades etéreas, vacías, superficiales, publicitarias y consumistas. Para muestra el vídeo de este post, y no es de los peores.
La mayoría no hace la más mínima referencia al motivo real de la celebración. Te felicitan las fiestas, como te podrían decir felices vacaciones, felices comidas, felices compras, o feliz borrachera. Daría igual. Algunas parece que se lo han trabajado, derrochando esfuerzo para no nombrar ni por el forro el nacimiento de Jesús, han logrado hacer una navidad que tiene que ver nada con la Navidad. Todo un trabajazo. Una navidad laica, de esas del solsticio de invierno.
Otras han descubierto la piedra filosofal de cómo ser felices, abstrayéndose de todo lo cotidiano y pretendiendo llevarte a un mundo almibarado de dulzura sofocante. Al final la conclusión de todo es que hay que ser felices por narices, sin motivo, al margen de la vida, y de modo vacío y superficial, y que si no te pones en esa clave eres un amargado.¡Gracias, Dios mío, por hacerme así de amargado!
Verás, yo agradezco que aniden en tu corazón buenos deseos para compartir y ofrecer a los demás, y que pienses en mí como destinatario de ellos, pero solo tendrían sentido para mí si fueran expresión real de una vida compartida en lo cotidiano. Si fueran expresión de una alegría real compartida en estos días, porque juntos sentimos de verdad que Dios viene a humanizar la existencia. Si fuesen expresión de que creemos con convencimiento, que esa humanidad empieza por las afueras de la vida, donde más falta hace, y que lo que celebramos es que, porque Dios viene a caminar con nosotros y a humanarse, hace posible que esa Luz ilumine nuestra vida no solo estos días, sino todo el año, todos los años.
Navidad es contemplar la ternura de Dios dejándonos contemplar por Él, que comparte nuestra debilidad, y nos muestra cómo desde las víctimas es posible encontrar su Luz en medio de la noche. Dios no ha esperado el amanecer, ha querido iluminar la noche, nuestra noche, para mostrarnos el camino que nos saca de casa, nos pone en camino, nos lleva hasta Él, y nos lleva con quienes le necesitan y le buscan cada día, en los demás. Dios apuesta por nosotros y nos invita a apostar con Él por la vida, por toda la vida, por la vida de todos, con nuestra propia vida.
Celebrar la Navidad es acoger a Dios que se hace compañero de vida, y empezar a caminar con Él. Sólo eso -como si fuera poco- estamos celebrando: que Dios lo hace, que nosotros podemos, que Dios nos sigue bendiciendo, incluso de noche.
Así que mi felicitación y mi deseo de navidad, también para ti, que quizá has olvidado de qué va ésto, solo puede ser que la ternura del Dios aniñado, que se hace esperanza cierta de justicia y fraternidad nos siga iluminando esta nochebuena, y todas las noches y días de nuestra vida, para encontrar el camino que nos lleva a Él en los demás.
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