Yo he crecido sin familia, dicen por ahí.

Tal parece. Me entero hoy, leyendo noticias sobre las celebraciones de la familia de ayer domingo, y especialmente unas declaraciones entrecomilladas en una entrevista de 13TV a Vincenzo Paglia, en Barcelona, que defendiendo la familia tradicional -padre, madre, hijos- parece ser que dijo que "hay otras formas de convivencia que según la Iglesia no son familia sino otro modo de convivir".

Yo creía haber vivido en familia toda mi vida incluso hasta hoy, pero parece ser que a los diez años, cuando murió mi padre, no solo le perdí a él, sino también a toda mi familia -madre y hermanos-, que pasaron a ser desde entonces convivientes en otra forma de convivencia distinta. No quiero ni pensar lo que ha podido ser mi vida entonces, desde que se casó el último de mis convivientes, y pasé a convivir con mi señora conviviente bajo el mismo techo, los dos solos. Y me aterra pensar qué ha pasado en mi vida desde hace seis años que murió esa señora con la que convivía, que hasta los diez años fue mi madre, aunque creo que la seguí llamando mamá hasta el final, y ella -pobre- murió convencida de tener familia y hasta hijos y nietas. Desde entonces, que vivo solo, parece ser que he ido ratificando la pérdida, y he dejado de tener hermanos y sobrinas y cuñadas. Quizá no tengo sobrinas ni cuñadas... No quiero pensar qué habrá sido de mis primos y primas, de mis tíos... ¡He pasado la mayor parte de mi vida sin familia, y me entero por los periódicos!

¿Quienes nos hemos estado reuniendo entonces varias veces al año en comidas familiares, en acontecimientos familiares, o simplemente para encontrarnos y celebrar que estábamos juntos? ¿Quienes hemos compartido alegrías y tristezas y nos hemos apoyado cuando ha hecho falta, gratuitamente, sin pedir nada a cambio? ¿Quienes hemos crecido juntos aprendiendo a acoger, a querer, a perdonar, a disculpar siempre al otro, porque creíamos ser familia? ¿Quiénes hemos estado pendientes de quien más lo necesitaba de entre nosotros? ¿Con quienes hemos podido ser nosotros mismos sin ningún tipo de prevención? ¿Por quienes me he sentido acogido y querido gratuitamente?

Más me choca el tema, cuando un comentario que leía a la primera lectura de ayer (Eclesiastico 3,2-6.12-14) recordaba cómo lo importante son los valores que el autor del libro quiso transmitir, como válidos y referenciales para cualquier cultura y forma social o familiar presente y futura, antes que las inamovibles formas externas inmutables que desde el contacto con otras culturas se querían mantener inalteradas en Israel cien años antes de Jesús.

Hoy podríamos decir lo mismo: familia cristiana no es la que se bautiza, se casa y se entierra por la Iglesia. La que mantiene una determinada forma externa. De esas hay muchas que tienen que ver poco o nada con lo cristiano. Familia cristiana es la que hace del Evangelio de Jesucristo y de sus valores la forma y el fondo de su existencia, y por eso se hacen lugar de amor; porque lo viven, intentan vivirlo cada día.

No es por llevarle la contraria al arzobispo si dijo lo que dicen que dijo, pero que sepa que yo, sí tengo familia, de esa que, como decimos aquí, "me corren por las venas", aunque mi padre y mi madre ya no están entre nosotros y, por supuesto, no tengo hijos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama