A Dios rogando




En la página de la Conferencia Episcopal se publican las intenciones de oración que propone el “Apostolado de la Oración” para cada año.  Son intenciones que aprueba la Asamblea Plenaria (todos los obispos) y son intenciones que se nos proponen a toda la Iglesia española para cada uno de los meses del año. Las del próximo año 2014 las tenéis en este enlace: http://www.conferenciaepiscopal.es/index.php?option=com_content&view=article&id=3658:intenciones-de-la-cee-para-el-ano-2014-por-las-que-reza-el-apostolado-de-la-oracion&catid=254:apostolado-de-la-oracion&Itemid=1594

Me llegan por correo electrónico, y me da por repasarlas: enero, por la Iglesia y la unidad de los cristianos; febrero, por los enfermos y los que padecen necesidad; marzo, por las vocaciones sacerdotales; abril, por los catecúmenos adultos; mayo, por el pueblo cristiano; y junio, por el Papa. En Julio se tiene presente a los que salimos a la carretera en vacaciones. En agosto se abre el abanico, y se ofrece la oración por pensadores, poetas, artistas, educadores, científicos, técnicos, legisladores, gobernantes, y todos los que colaboran en mejorar este mundo. En septiembre se tiene presente a los que buscan a Dios y viven sin esperanza, en octubre a la Iglesia de España; en noviembre, los pobres, los enfermos, y cuantos sufren; y para diciembre todos los fieles cristianos, para que crezcamos en la caridad con los sin techo y los hambrientos.

Alguna parece que se repite, aunque matizada (por el pueblo cristiano-por los fieles cristianos) (por los enfermos – por los pobres, enfermos y cuantos sufren). Y me digo que o nos sobran meses o nos faltan intenciones.  Pero por más que busco no encuentro palabras que recojan mucha de la vida que pasa cada día por mi atrio y entra en esta Iglesia de barrio, palabras clave que surgen al vivir hoy la fe encarnados desde los pobres. Haciendo un esfuerzo puedo encontrarlas sobreentendidas en algunas de las intenciones: quienes pasan necesidad pueden ser también los parados, los trabajadores precarios; quienes sufren en el alma pueden ser ellos, y también los jóvenes que no encuentran posibilidad de salir adelante –parece que solo podemos rezar por ellos para que alguno encuentre su vocación sacerdotal-, o los padres que ven a sus hijos chocarse una y otra vez contra el muro de la falta de perspectivas y proyectos vitales. Quienes pasan hambre pueden ser las familias a las que el paro ha sumido en la miseria, o los ancianos cuyas pensiones se recortan injusta e inhumanamente, porque con ella no pueden ya llegar a fin de mes teniendo que hacer frente a los gastos de sus hijos y sus nietos. Y los inmigrantes parece que naufragan y desaparecen también en nuestra oración.

Sufrimiento del alma debe ser el de los familiares de las víctimas de los accidentes laborales y las enfermedades profesionales, el de aquellos que trabajan en condiciones indignas, sin trabajo decente. Qué duda cabe de que entre el pueblo cristiano están los militantes obreros, y que entre aquellos que colaboran en mejorar este mundo hay también cristianos comprometidos en sus pueblos y ciudades, en sus organizaciones sindicales y centros de trabajo, con sus vecinos y compañeros de trabajo, con sus familias.

Me sigue quedando la sensación de que huimos de pronunciar ciertas palabras cotidianas que son las que usan en el mundo obrero y del trabajo los enfermos, los pobres, quienes sufren: injusticia y justicia, trabajo decente, precariedad, solidaridad, dolor, angustia, miseria, salario injusto, fin de mes… deshumanización… y con ello terminamos por huir de la realidad que ha de transformarse y de la encarnación en la vida de aquellos con quienes hay que hacerlo. Así que respetando cada intención voy a ver si las reescribo, para que mi gente sienta que rezamos con ellos y por ellos, desde su vida, en su situación, como Iglesia que acompaña y se deja acompañar humildemente por su Dios. Para que mi gente pueda orar también su vida.

(Publicado en Noticias Obreras 1555. Enero 2014)

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