Parece que Dios está aquí

Terminamos la misa de hoy. Un grupo reducido, como suele ser en las misas de diario. Hoy -los viernes solemos ser menos- nueve personas contándome a mí. Una de las mujeres exclama: ¡Qué alegría! ¡Parece que Dios está aquí! ¡Cómo me gusta esta celebración de la Eucaristía!

Lo dice por el clima que se suele crear en estas celebraciones, con un grupo pequeño como este alrededor del altar, en un clima familiar y de oración; por la inevitable cercanía, hasta física. Lo ha expresado con espontaneidad, con esa alegría sencilla que sale hacia fuera porque no puede quedarse en el pecho. Supongo que el Magníficat sería algo así. Y, sin embargo, me ha resultado graciosa su forma de decirlo: ¡Parece que Dios está aquí!. Espontáneamente le he respondido: ¡Es que está!. Claro que está en la Eucaristía.

Me ha gustado que en la celebración sencilla de escuchar juntos la Palabra de Dios, orar en común, y compartir a Jesucristo hecho pan partido y compartido y vino entregado, Cuerpo y Sangre, trayendo al altar el día que termina, ella haya sentido la presencia de Dios. En el fondo, ¿no venimos a eso? Ella, además, lo ha gritado con una sonrisa de oreja a oreja. De la abundancia del corazón, habla la boca.


Comentarios

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama