Cada pieza en su lugar

Con esa conciencia comienzo mi particular Cuaresma. Con planes perfectamente trazados que hay que dejar en suspenso por una intervención quirúrgica que sucede, no cuando a mí me conviene sino cuando me llaman, y con la necesidad de reducir ritmos y revivir la experiencia de la debilidad. Depender de los otros para todo, durante unos días, no poder hacer planes, perderte actos y sitios donde quisiera uno estar y tener que bregar con un tiempo que no puedes dedicar más que a la recuperación y la espera, con calma, con paciencia. Experimentar la fragilidad, y a la vez el amor de quienes te cuidan, y tener que asumir otros horizontes para este tiempo inmediato. Mi Cuaresma comienza con la conciencia de que algo nuevo llegará, algo mejor, y que Dios se encargará de poner cada pieza en su lugar, y que por lo que me pierdo ahora de mis planes me ofrecerá nuevas oportunidades, sus oportunidades, mejores oportunidades de encontrarme con Él. Mi Cuaresma avanza alegre, paciente, hacia la Pascua mientras me despoja un poco más de mí mismo.

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