Falto de nobleza de espíritu

Montoro desacredita los informes de Cáritas sobre la pobreza. Así titula La Vanguardia la noticia acerca de la calificación que le merecen al ministro Montoro los informes que elabora Cáritas junto con la fundación Foessa. Sobre el acreditado reconocimiento de la solvencia, seriedad, calado científico y veracidad de tales informes no es necesario que yo me extienda en argumentos de defensa ya que sobradamente se reconocen por todos esas cualidades a tales informes.

Sobre la reacción del ministro, en algún otro sitio he dicho que me resulta propia de alguien mezquino. Me acojo a las dos primeras acepciones que ofrece el Diccionario de la RAE:
mezquino, na.
(Del ár. hisp. miskín, este del ár. clás. miskīn, este del arameo miskēn[ā], y este del acadio muškēnu[m], súbdito de palacio).
1. adj. Que escatima excesivamente en el gasto.
2. adj. Falto de nobleza de espíritu.

Desecho la quinta acepción, porque según indica el diccionario, está en desuso, y así evitamos confusiones, pero estuve tentado de aplicarla: 5. adj. desus. Desdichado, desgraciado, infeliz.

Y, sobre todo, para quede claro mi pensamiento, me asiento en la segunda acepción, ya que la primera no requiere demostración ante la evidencia. Falto de nobleza de espíritu ha resultado ser el ministro, arremetiendo de forma tan falaz contra la realidad dramática de la pobreza creciente y las personas que la sufren precisamente por sus políticas, que es la consecuencia que está poniendo Cáritas de manifiesto en sus informes -elaborados con fuentes oficiales- como recordaron en una entrevista posterior. 

Querer matar al mensajero, que como dice el ministro -con poco acierto- "provoca" debates sobre esta cuestión, es no darse cuenta de la realidad y pensar que con cerrar los ojos ya no existe. Pero existe, con rostros, nombres y apellidos, historias personales y familiares que cada semana cobran cuerpo y alma en las acogidas de las miles de Cáritas Parroquiales que son capaces de la misericordia, la comunión y la solidaridad que la miseria humana creciente en este país está solicitando a gritos y con lágrimas.

El Concilio nos recordaba que nada verdaderamente humano nos puede resultar ajeno a la Iglesia, si queremos ser fieles a Jesucristo (GS 1). Nada más humano que el sufrimiento que causa el empobrecimiento que genera una crisis buscada, de la que hay quien se sigue aprovechando para enriquecerse injustamente. Nada más cristiano que denunciar a quienes siguen juntando casas con casas (Is 5,8) a quienes no pagan salario justamente (Eclo 34, 22).

El Papa Francisco nos ha recordado que una auténtica fe siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, porque lo amamos. "Amamos este planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos...La Iglesia no puede quedarse al margen en la lucha por la justicia" (EG 183) "Hacer oídos sordos al clamor del pobre -sigue diciendo el Papa- cuando nosotros somos los instrumentos de Dios para escuchar al pobre, nos situaría fuera de la voluntad del Padre y de su proyecto" (EG 187)

Isaías tiene un texto que alaba a Dios, en el capítulo 25, 4: "porque fuiste baluarte del desvalido, baluarte del pobre en peligro, reparo del aguacero, sombra en la canícula", que es perfectamente aplicable a la tarea de denuncia, de acogida, de acompañamiento, asistencia y promoción, de lucha por la justicia que realiza Cáritas, reflejo del corazón del Padre, y por la que habrá que seguir trabajando.

Cáritas seguirá trabajando por la justicia. Y algunos seguirán faltos de nobleza de espíritu, por muy súbditos de palacio que sean.

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