Trabajadora. Mujer trabajadora.

Casi todas las organizaciones de izquierda incluidos los sindicatos, también alguna de derecha, y algunas católicas andan en el empeño de celebrar mañana el Día Internacional de la Mujer, como una reivindicación en clave feminista. Que no digo yo que no sea bueno hacerlo en determinados contextos. Lo que me parece un error es apropiarse de una conmemoración, el Día de la Mujer Trabajadora, y sustituirlo por el Día de la Mujer, así, sin más. No es lo que se celebra mañana. No es lo que yo celebro.

Quitar la palabra "trabajadora" de la conmemoración puede parecer un ejercicio de esa tolerancia inclusiva que predica nuestro mundo -que predica, aunque no practica- y por eso muchos pueden sentirse inclinados a asumir la pérdida. Pero es más lo que se pierde y lo que se quita, al omitir la condición trabajadora de la mujer, que lo que aparentemente se gana en la mezcolanza de propósitos y motivos de celebración, a veces opuestos, al podar la celebración de tan ilustre apellido.

No es el Día de la Mujer, por mucho que se hayan empeñado -qué bien les viene a determinados propósitos neoliberales- en transformar una conmemoración dramática del sufrimiento, de las luchas y las esperanzas de las mujeres del mundo obrero, en una reivindicación feminista de cuestiones ajenas a ese sufrimiento, a esas luchas y a esas esperanzas. Mujer trabajadora no es sólo la que tiene empleo. Mujer trabajadora es también la que lo tiene precario, la que lo busca y no lo encuentra, o lo encuentra en condiciones inhumanas e indignas por el hecho de ser mujer. Mujeres trabajadoras son las que sacan adelante a las familias con su trabajo no remunerado, con la economía sumergida, o derechos laborales no reconocidos. Las que aún sin empleo, son conscientes de su condición de trabajadoras y animan la vida y la esperanza de las familias obreras. Mujeres trabajadoras son las que feminizan el rostro de la pobreza que surge de la falta de dignidad que genera la falta de trabajo. Mujeres trabajadoras son las que sostienen las luchas de su casa, de su trabajo, y de su barrio por hacer posible una humanidad más justa y fraterna, y un trabajo decente.

Es falsa la aparente solidaridad de género en torno a la que se pretende construir la celebración del Día de la Mujer. La mujer que oprime y la mujer oprimida no pueden encontrarse por el "género" si no es olvidando la injusticia. Mañana no es día de "género". Es día de justicia obrera. De lucha obrera. De mujer obrera.

Por eso, el comunicado de los Movimientos Apostólicos Obreros, HOAC y JOC, para este día, nos recuerda que Hoy persisten muchas formas de discriminación que ofenden la dignidad y vocación de la mujer en la esfera del trabajo, por lo que hemos de seguir luchando en pro de la igualdad y la justicia, desde nuestra fe, recordando a todas las mujeres, muchas anónimas, que entregaron su vida para que la situación de la mujer y de la sociedad avanzara, liberándonos de muchas de nuestras esclavitudes. “Mujeres, que han sido y son todavía olvidadas en sus anhelos, marginadas frecuentemente e incluso reducidas a esclavitud.” (Compendio DSI, 236) Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres nos plantean, a la Iglesia y a la sociedad, profundas preguntas que nos desafían y que no se pueden eludir superficialmente.

Los movimientos apostólicos obreros y sus militantes haremos bien en recuperar los apellidos, la identidad, y el orgullo de ser obreros como el Obrero de Nazaret, hijo de obrera, de esposa de obrero, de madre de obrero.

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