El poder de la oración

Leyendo "¿Por qué hay que ir a la Iglesia? El drama de la Eucaristía" de Timothy Radcliffe, que fue maestro general de los dominicos, me encuentro con esta simpática historieta:

Había una ciudad piadosa y temerosa de Dios en el sur profundo de Estados Unidos, donde todo el mundo iba a la Iglesia y era bueno. Y entonces un día llegó un hombre y abrió un bar que se convirtió en el centro de toda clase de conductas salvajes: beber, bailar y, quién sabe, tal vez incluso sexo. Todos los buenos cristianos rezaban para que cerraran el bar. Asediaron al cielo y, efectivamente, a los seis meses el local se incendió. El propietario del bar demandó a los cristianos exigiendo una compensación. Ellos negaron tener ninguna responsabilidad. ¿Qué habían hecho ellos? El dueño replicó: "¿Soy la única persona aquí que cree en el poder de la oración?"

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