Acción contra el paro

Os dejo el artículo publicado en Noticias Obreras del pasado mes de julio

¡El curso ha terminado! ¡Alabado sea Dios! Se acercan los días de nuestra liberación, como decimos en celebraciones cuaresmales previas a la Pascua. Lo que pasa es que esta liberación es algo más “mundana”: los ritmos bajan, el calor se impone, sobre todo en las latitudes más meridionales, y la supervivencia recomienda recogerse y aminorar la marcha. Por delante unos días de descanso, de relax, de dedicarse a poner al día lecturas atrasadas, de aprovechar para reavivar y disfrutar agradecidamente de la naturaleza, del tiempo que se puede “perder” con la familia y los amigos. También momentos para aprovechar en algún curso de verano. Pero con el trabajo hecho, y sin perder de vista el horizonte. Aminorar el ritmo no significa olvidarnos de todo. Al contrario, es tomar distancia y contemplar para afrontar renovadamente los quehaceres y la vida, desde la experiencia de lo gratuito que realmente humaniza nuestra existencia.

La Iglesia de Sevilla, por ejemplo, quiere hacerlo así. Antes de que el tórrido verano nos desperdigue a todos en busca de sombra y frescor, se han perfilado las líneas de acción del próximo curso, tan solo a falta de las últimas pinceladas del Plan Pastoral. Y hay una acción que destaca porque es expresión de lo que quiere ser la Iglesia, de lo que está llamada a ser la comunidad cristiana. Se trata de una Acción conjunta contra el paro.  Al presentarla se dice que “La Iglesia de Sevilla no es ajena a la situación de profunda crisis que vivimos, y una de cuyas consecuencias más dolorosas es el paro y la precariedad laboral que hace sufrir a muchas personas y a sus familias y deteriora a toda la sociedad.” 

Se dice que esa situación “nos interpela y  nos convoca a discernir qué podemos aportar como cristianos para poner nuestro grano de arena en la búsqueda de soluciones, que deben encaminarse tanto a evitar la pérdida de puestos de trabajo como a la creación activa de los mismos y el apoyo y acompañamiento de aquellos que están parados y que deben tener opciones a acceder nuevamente a su derecho al empleo.” Y se dice que el curso próximo “proponemos desencadenar un proceso de análisis, reflexión y construcción conjunta de alternativas en las parroquias, movimientos y otras instancias eclesiales” con el objetivo de evangelizar, lo que no es posible “sin un compromiso serio a favor de la vida y de la justicia y sin un empeño responsable por un cambio de las situaciones que generan pobreza y exclusión”.

Estamos llamados a dejarnos impulsar creativamente por el Espíritu para que su acción lo haga todo nuevo. Para encontrar otra manera de construir las relaciones sociales, laborales, económicas y políticas desde otras claves que nos propone el Evangelio. Y este empeño, que a veces pasa desapercibido, es seña de identidad de muchas de nuestras parroquias, de nuestras comunidades, de nuestras diócesis y movimientos.  Es el modo de  testimoniar, en definitiva, que hay otra manera de vivir, que pone en el centro a las personas, con sus necesidades. Ese es el reto, y la tarea permanente que tenemos por delante. Construir comunión, testimoniar comunión, acoger en comunión a los pobres, para que puedan incorporarse a la vida y retomar el protagonismo de su propia existencia. Estamos llamados a crear cauces de acogida y fraternidad, a poner en marcha proyectos de vida. No en vano, sabemos que Dios cumple sus promesas.

Así que, en cuanto repongamos fuerzas, de nuevo a la tarea.

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