Bendito temporalismo (fun, fun, fun)

Os dejo mi última colaboración publcada en Noticias Obreras

Saliendo de la veinte (Jornada General de Pastoral Obrera) y camino hacia la trece (Asamblea General de la Hoac) se nos ha colado por medio  la ternura de Dios en esta Navidad que acaba de terminar. Y aquí estamos otra vez saltando de tarea en tarea, corriendo tras la faena, amaneciendo a las prisas, y constantemente cambiando el “chip” (como se decía en mis tiempos) 

Alguien puede pensar que si no tenemos tareas de este tipo (reuniones y eso) no hacemos nada, no somos nada. Alguien puede pensar – y hasta decirlo- que, en el fondo somos mundanos, que nos dedicamos a cuestiones “temporalistas” de manera casi exclusiva; esas cosas del trabajo, y de los sueldos, y de llegar a final de mes, y de vivir con dignidad, o de tener un trabajo decente, o de poner la economía al servicio de las personas, o de trabajar para que otra política sea posible desde la comunión, al servicio del mundo obrero empobrecido… 

Alguien puede pensar también –y hasta decirlo- que somos mundanos porque casi siempre que rezamos pedimos pan, techo, trabajo, justicia, dignidad… además de fe, esperanza, y caridad; porque nuestra oración está preñada de nombres, de vidas, de alegrías familiares y vecinales, de esperanzas eclesiales, de dolores laborales o vidas descartadas.
¡Qué os voy a contar a vosotros, si estáis podridos de temporalismo!

¡Menos mal que llegó la Navidad! ¿Hay algo más temporalista? Y no lo digo por ese consumo que ha intentado envolver y ocultar el misterio, sino por el mismo misterio de Dios hecho carne; carne obrera, pequeña, descartada, necesitada, excluida, empujada a las afueras, migrante. Nuestro Dios se ha hecho tiempo, y espacio, y llanto, y necesidad. Y a la vez, se ha hecho ternura, hospitalidad, adoración, maravilla, comunión, compartir, familia, Amor.

Fueron trabajadores precarios, que pasaban la noche al raso, cuidando unos rebaños que no serían suyos, en condiciones que ya podéis imaginar, al más puro temporalismo de la época, quienes tuvieron fino y despierto el sentido para percibir el misterio de nuestra fe. Fueron esos temporalistas los que percibieron la grandeza de amor de un Dios que quiere hacerse uno de nosotros, y se abaja hasta embarrarse con la arcilla de nuestras vidas.

Seguramente, igual que los Magos, los pastores no volvieron tal cual a sus vidas. Seguramente salieron transformados de aquella noche. Pues nosotros tampoco tenemos otra opción. O hemos salido transformados del encuentro de Navidad, al que nos ha llevado de la mano el tiempo de Adviento, o habremos perdido –no lo creo- miserablemente el viaje.

Transformados, pues, volvemos a casa por otro camino: el de la ternura y la misericordia, el camino del acompañamiento fraterno y solidario, el camino de la mirada atenta y el corazón dispuesto; el camino que nos lleva todavía más a los márgenes, a las afueras. Quedan por delante muchos meses de acoger, de sentir, de escuchar los gozos y los sufrimientos del mundo obrero. Quedan por delante muchos meses de acudir a las periferias de la vida donde Dios nos busca. Muchos meses de intentar vivir la comunión que nos explota en las manos cuando nos abrimos a ese proyecto de humanidad de Dios. Y muchos meses para seguir acudiendo cada día al tajo del Reino de Dios, justo donde nos manda la Iglesia, parea seguir allanando, desbrozando, sembrando derechos, justicia y vida. ¡Bendito temporalismo, que nos pone donde Dios puede encontrarnos!.. y feliz año nuevo.

Publicado en Noticias Obreras. Enero 2015

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