Entre lo real y lo virtual

Os dejo la ultima colaboración publicada en Noticias Obreras de este mes de Junio.
Desde hace años tengo un blog. Muchos lo sabéis. Como no estoy jubilado, y mis tiempos son medidos y escasos, el blog se ha ido privando de reflexiones y pensamientos que requieren tiempo para escribirlos y volcarlos, y se ha reducido,- forzada y temporalmente espero- casi, a algunas oraciones y reflexiones sobre el evangelio del domingo, y a la música diaria, que para mí (¡qué sería de mí sin ella!) y para quienes lo siguen se ha convertido en una especie de espacio de solaz cotidiano, donde recoger y entonar lo acontecido en el día.
Tengo facebook y, desde hace menos tiempo, tuiter, aunque me resistí. Ofrecen más agilidad, más inmediatez, necesitan menos dedicación; basta algún click para compartir, solo 140 caracteres para expresar… Cuando me encuentro con amigos y seguidores desvirtualizados, algunos me suelen expresar que les sirve lo que comparto, les interesa, les ayuda, les toca alguna fibra, les confirma en alguna decisión o idea, les hace sentirse más acompañado en alguna opción, les hace pensar… Bueno, parece que no es inútil el tiempo que uno pasa en la red.
Pero sigue habiendo quien se queda fuera de esos mundos. Mis feligreses, por ejemplo. La mayoría, de sesenta p’arriba, no pueden desandar fácilmente el camino hacia lo tecnológico. No es su mundo. Siguen necesitando algo sólido y palpable como el contacto vital, y palpar el Evangelio en el encuentro personal y físico. Los de menos de cuarenta son otra tribu. Estos,aunque pocos, pueden llegar a agobiarte con la cantidad –y no siempre calidad- de lo que compartena veces con poca criba o ningún discernimiento, y parece que si no respondes casi de inmediato de alguna manera, no les quieres. 
En los veinte años de la franja intermedia, de los cuarenta a los sesenta, andamos quienes queremos recorrer ambas orillas en el paseo cotidiano. No vivir en una para contarlo en otra, sino vivir en ambas, hacer de ambas vida y mundo habitado. En esta orilla más líquida que sólida de lo “real” es fácil. Lo venimos haciendo desde chicos. En aquella otra, la “virtual”, la de la cultura “tecnolíquida” es más complicado; hay que aprender, pero también es necesario. Nada verdaderamente humano nos es ajeno. También ahí se cuecen habas, y también ahí hay cebollas de Egipto que añoramos, y esperanzas que vislumbramos, y caminos que acompañar, y dignidades que apuntalar. También hay ahí campos que labrar, y semillas de Evangelio que sembrar. También ahí hay justicias por las que luchar. 
El riesgo será quedarse en esta, instalados definitivamente, como si fuera un Reino alcanzado, porque, independientemente de la edad, también es necesario solidificar lo tecnológico y, sobre todo, porque también aquí corremos el riesgo de alejarnos de los excluidos de estos mundos tecnolíquidos. Los pobres son sólidos, aunque escuálidosA lo mejor no tuitean, pero hambrean de pan, de amor, y de justicia. 
En ambos mundos, el tecnolíquido y el líquido sin más, estamos llamados a vivir la encarnación, a tocar las llagas de Cristo, a dejarnos transformar por el Resucitado, y evangelizar por los pobres del mundo obrero; a vivir la alegría del Evangelio, y a buscar, primero, el Reino de Dios y su justicia. No podemos tener una vida oculta y otra publicada que sean distintas,porque estamos siempre invitados a unificar nuestra existencia en torno al amor entregado de Dios en Jesucristo. Lo demás: los “likes”, los me gusta, los “RT” y los “FAV” o #FFvendrán, si tuvieran que venir, por añadidura.

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