Tienen ojos y no ven

Un primer elemento de la Misericordia es la mirada compasiva. Aún más, la mirada, simplemente; tener los ojos abiertos y trabajar esa capacidad que nos da Dios de mirar y ser capaces de ver. Y para eso es necesario estar donde sucede la vida que hay que ver, y desde donde se puede mirar. Porque solo en esas cercanías de la vida y del dolor uno puede dejarse tocar en el corazón por la Palabra de Vida que llama a ser misericordia para los otros.

Cuando sigo escuchando de tanto eclesiástico obtuso eso de que no existe el mundo obrero, so capa del interclasismo del Reino (que no de la fraternidad, que es lo que de verdad es del Reino), me pregunto muchas veces qué ven, y aún más, desde donde miran la vida; dónde viven para ver lo que ven.

Y cuando veo el afán con que tanto cura huye de poner su vida al servicio de los pobres con no sé qué peregrinas excusas, me da la impresión de que siguen siendo ciegos que no quieren ver, y que no hablamos del mismo Dios... porque, a lo mejor, no es el mismo Dios en quien creemos.

Ya resulta viejo ese discurso: "el mundo obrero no existe". Se ha vuelto anticuado porque ha sido negado insistentemente por la misma realidad. Expresarlo es simplemente cerrar los ojos, desconocer la vida del precariado, la condición precaria de la existencia de tanta gente, e intentar construir una vida al margen de la precariedad real de la existencia, de la vida cotidiana; una vida en las nubes, desde las que salvar almas, dejando a un lado a las personas. Es desconocer el misterio de la Encarnación.

Y cuando los ojos no nos hacen siquiera ver lo que pasa, no nos ayudan a ver con misericordia lo que sucede. No podemos separar Justicia y Misericordia, y para eso nos hace falta una "sensibilidad espiritual para leer en los acontecimientos el mensaje de Dios" (EG 154) Necesitamos cultivar en la Iglesia esa mirada contemplativa que nos abre a la misericordia; esa "mirada cercana para contemplar, conmoverse, y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario" (EG 169). "Una mirada respetuosa y llena de compasión" (EG 169)

Habrá que seguir pidiéndole a Dios que nos despierte, a todos, cada día, hasta que aprendamos a amanecer en Él.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama