Rosetta está cabreada

La sonda Rosetta se suicida hoy. Así, como suena, sobre un cometa que tiene a mano. Ha decidido terminar su vida de soledad exploratoria, y legarnos sus saberes adquiridos y conocimientos encontrados con la esperanza, supongo, de que aprendamos algo de todo ello. Muy optimista me quiere parecer Rosetta si esa es su esperanza, porque, a la vista está, que no parece que tengamos remedio, y que estemos dispuestos a aprender nada que nos haga crecer y madurar en una dirección orientada a mayor humanidad y sensatez. No quiero pensar que el suicidio obedezca al hartazgo de lo que lleva visto y a la conclusión de que, incluso desde lejos, se confirma que no tenemos remedio.

Me he levantado cabreado esta mañana, lo reconozco. Muy cabreado me acosté ya anoche con la barbarie de Siria que siguen sufriendo los más indefensos, víctimas de conflictos de intereses de poder y económicos inhumanos, que no se quiere parar porque interesa mantener.  Muy cabreado porque sabía que esta mañana tendría sus dos fallecidos en accidentes de trabajo, como así ha sido, con la normalidad y el silencio de cada día. Muy cabreado con la situación política de este país. Muy cabreado con la insensatez, imbecilidad, estupidez, cainismo y egoísmo hedonista de la clase política. Según venía al trabajo me he dado cuenta de que eso se cría desde la tierna infancia, y por eso una señora ha entrado en el autobús por donde no debía y ha viajado sin pagar el trayecto, ante el silencio -cómplice o culpable- de todos los demás viajeros, que hemos visto con claridad sus actos y sus intenciones. Hoy por ti...

El cabreo ha crecido con esa escena, como ha crecido antes escuchando en la radio -haciendo esfuerzos para no rebanarme el cuello mientras me afeitaba tan de mañana- a quienes creyéndose periodistas, pontifican desde ideologías paganas (que les pagan, quiero decir) lanzando consignas de autojustificación del portador de los cheques. Ya no hay medios de comunicación; hace mucho tiempo que dejó de haberlos. El editorial de ayer de EL PAÍS es un claro ejemplo. Solo los hay de opinión y, por eso, muchos, poco respetables. 

No hay políticos en este país, y eso es un problema. Hay buscadores de poder, aparatos de partido, dirigentes criados en laboratorio (los partidos) que no han pisado otros espacios vitales porque duelen. Ni están dispuestos a pisarlos salvo que haya que cosechar algún voto. ¿Quieren que recite la lista de innumerables ejemplos? 

La voladura incontrolada del PSOE que unos y otros han activado con sus cartuchos de dinamita -otrora mineros- y ahora seguramente adquiridos en la red donde todo está en venta, hasta la honradez y la coherencia personal, solo ha puesto de manifiesto la incompetencia de unos y otros, movidos por intereses egoístas y ambiciones de poder, dentro y fuera de ese partido; es decir, en cualquier partido.

No hay ni un solo político hoy, en ejercicio, en este país, a quien le duela la suerte de los pobres, a quien le duela el daño a la sociedad, a quien le duela la pérdida de democracia que se va generando. Si hay que dinamitar algo es este sistema corrupto y corrompedor. Y volver a empezar de cero, con arrepentimiento por lo dilapìdado, por lo que no recuperaremos en generaciones, por la humanidad pisoteada y la vida perdida. Ni los niñatos advenedizos que salen de aulas de postín valen para eso, ni quienes ceden ante el acomodo de la costumbre o el hartazgo de los intentos, ni quienes vienen solo a ver cuánto les cabe en los bolsillos, ni quienes cuentan cuentos cuyo imposible final se anticipa una y otra vez, para ensordecernos y adormecernos con sueños de independencias absurdas.

Rosetta se suicida porque tiene motivos. Es metafórico... y realmente triste. Yo, de momento, me conformaré con ejercer objeción de conciencia a la participación en el suicidio colectivo. Que ustedes lo trivoten bien.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama