Sin hacer nada

Los que tenéis más suerte estaréis de vacaciones o a punto de empezarlas. A otros, en cuenta atrás, aún nos quedará un mes largo, antes de poder desconectar del trabajo. Para daros ventaja, y porque viene bien aprender a descansar, os dejo este poema.

SIN HACER NADA

ESTOY aprendiendo a estar sin hacer nada;
¡y cuánto cuesta el aprendizaje de este oficio!
Hay que darle una vuelta entera a la cabeza,
y convencer al corazón de sus ventajas.

¡Estar sin hacer nada!
¡Abrirse al ocio que hace de espacio y tiempo
un ser completo en sí mismo, ajeno a meta y frutos!
Permanecer en paz, con la mirada
que nada busca, el pensamiento oculto,
y el profundo silencio del entorno escuchado
cómo respiran mundos invisibles.
Así, centro de todo, y nada en la conciencia, salvo
la libertad de ser cuerpo encallado
en ancha playa de rumores vírgenes.

El ocio le llamamos. Oficio de los dioses,
y de los hombres desafío constante a escalar
latitudes de armonía, que sólo en desafío con la muerte,
en renuncia de conquistas concretas en las manos,
puede descubrir que en las horas vacías, corre
río de eternidad que puebla sequedades.

Sin hacer nada, hoy; sin pretensiones
de derrochar mis fuerzas para ganar el mundo
siempre en pos de un hallazgo, una quimera;
hoy, sin siquiera memoria de mi nombre, sin recuerdo
de ayeres ni mañanas, no me importa
ser vivo o estar muerto, tocado el punto
en que ser luz es todo.

Antonio López Baeza

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