Inmisericordia

Pocas cosas concibo más inmisericordes que el que las víctimas abjuren de su legitimidad moral al convertirse en verdugos, que opten por la infinita venganza antes que por la recuperación de su propia humanidad desde el sufrimiento vivido para alumbrar en el perdón y en la fraternidad nuevas posibilidades de vida.

El pueblo judío tenía esa innegable legitimidad moral. El genocidio que padeció durante el nazismo fue, en verdad, un holocausto inconcebible. Fue la mayor degradación de la humanidad conocida hasta entonces. Incluso en esas circunstancias tremendas alumbraron gestos de humanidad que han sido referentes morales en la historia. Pero, sin poder negar en modo alguno su sufrimiento, hoy Israel ha perdido toda legitimidad moral para sustentar sus acciones políticas como estado en esa historia pasada.

Israel es la víctima convertida en verdugo; la persona maltratada que responde convirtiéndose en maltratadora. Pretende justificar en su propia historia de sufrimiento el derecho a causar el mismo o mayor dolor a los demás, al pueblo palestino. Paga con la moneda del genocidio la inhumanidad a la que se vio sometido. La desproporción es tal que no cabe ningún argumento que pretenda ser moral, para sustentar esa indignidad.

En la historia de la inmisericordia humana siempre hay distintos actores: los pirómanos que prenden la mecha, los locos que esparcen el fuego aniquilador y, más preocupante, quienes callan, quienes miran para otro lado, quienes hacen oídos sordos ante la maldad, quienes silencian sus propias contradicciones con la "banalidad del mal".

Es falso que no existan soluciones dignas y humanas a los conflictos que vive hoy la humanidad. Es falso que sea imposible. Lo cierto es que no hay voluntad ninguna de estados ni de organismos supranacionales, ni de poderes económicos (son los que quedan, porque el verdadero poder político ha desparecido de escena) de acabar con situaciones inhumanas.

Al menos que las personas de a pie no callemos. Solo negar que el mal es banal, que tiene justificación, puede salvar nuestra humanidad en estas circunstancias.

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