Orar en el mundo obrero. Ascensión.

Ahora es nuestro tiempo: el de los seguidores de Jesús, en comunidad, en la Iglesia, para dar testimonio. El primer signo es nuestra propia vida personal y comunitaria: Mirad cómo se aman. La misión que el Señor pone en nuestras manos nos responsabiliza a la vez que nos hace sentir su amor y confianza. Nos hace experimentar su fuerza. Quien nos envía hace surgir las señales de vida, nos invita a recuperar el horizonte y la esperanza; nos anima a arremangarnos y poner manos a la obra en la tarea de vivir, y hacer posible la vida para todos. Somos portadores de su Vida, de su amor, para cada persona con la que cruzamos nuestro camino. No podemos renunciar ni esconder lo que somos. Por eso oramos, desde el mundo obrero.

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