Orar en el mundo obrero. Pentecostés

El Orar en el mundo obrero de esta semana nos pone en la clve de Pentecostés tan necesaria en nuestra vida creyente.

Nuestros equipos, nuestras comunidades, nosotros, vivimos muchas veces encerrados con nuestros miedos, con las costumbres sabidas, atenazados por lo que ya sabemos, por lo que hemos intentado sin éxito, por los cansancios, sin haber visto al Resucitado, sin habernos encontrado con él. El Espíritu parece ausente de nuestras vidas. Vivimos criando viejas rencillas y rencores, incapaces de amarnos y ayudarnos a crecer, sin interpelarnos con amor. 

Necesitamos dejar que el Resucitado se haga presente con la calidez de su amor en medio de nosotros. Necesitamos dejar que el Señor nos transmita el soplo creador del Espíritu que infunde aliento de vida, que rompe nuestros esquemas, derriba las puertas cerradas, abre las ventanas, inunda de luz, hace polvo nuestros individualismos y los transforma en espíritu de comunión. Necesitamos ese soplo de vida que nos saca a las plazas, a las fábricas y talleres, a la vida del barrio, al encuentro con los vecinos y compañeros de trabajo… 

Necesitamos descubrir, experimentar y vivir que la fuente de nuestra misión es el Amor del Padre. Necesitamos sentir que, por amor, nuestra existencia es un don gratuito que Dios pone en nuestras manos para que lo acojamos y lo vivamos, en el amor y la libertad, al modo de Dios-Comunión de Personas.

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