Orar en el mundo obrero, 23 domingo T.O.

El orar en el mundo obrero de esta semana comienza así:

Resulta llamativo el silencio en el metro por las mañanas a pesar de que no cabe un alfiler. Casi todos
embebidos en sus móviles. Pocos en un libro. Y, alguno, extraño como yo, dedicados a mirar y contemplar a nuestro alrededor los rostros, las miradas, las expresiones –en su mayoría tristes y cansadas- de mis compañeros de viaje, mientras los voy encajando en mi oración tratando de leer su vida. Todos callados… ¿incomunicados?
Es un silencio que se escucha. Un silencio que se impone sobre alguna solitaria y lejana conversación subida de volumen que no encaja en el conjunto. Es un silencio que habla. Si ya de mañana todos nos encaminamos al trabajo en silencio quizá sea porque necesitamos escuchar, pero ¿qué? ¿O a quién?; o, quizá sea que nos hemos vuelto mudos, nos hemos quedado sin palabras, que sirvan para saludar un nuevo día de precariedad, de deshumanización, de carga insoportable… Quizá es que sentimos que no vamos a encontrar escucha en quienes nos rodean, ni capacidad de comprensión. Quizá vamos dibujando mentalmente el día que tenemos por delante… Quizá… ¡Que tu Reino sea un hecho, hoy también, en mí y en ellos!

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