Orar en el mundo obrero, domingo 28 T.O.

Una manera de ser pobre, de dejarlo todo, de poner la confianza en Dios, puede ser la de N: A sus 48 años mira hacia atrás y piensa que él solo pudo dar el paso al sindicato por Jesucristo. Fue el encuentro con Él lo que le hizo llegarse por la sección sindical de su centro de trabajo. ¿Cómo es posible que antes no viera tantas injusticias? ¡Cuántos compañeros y compañeras invisibles: las de la subcontrata de la limpieza, los vigilantes, los de contrato temporal…! Su experiencia sindical le ha ayudado a graduarse la vista. Ahora, metido en el barro, experimenta en su propia carne la necesidad de que los trabajadores y trabajadoras estén organizados luchando por un trabajo digno. Hay que vivir el sindicalismo a pie de obra, entre la gente. Es ahí desde donde, cada día, ofrece al Cristo obrero su compromiso; un compromiso sindical profundamente eclesial.

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