Solidaridades de sofá

Vaya por delante que, como tengo amigos, y conocidos, en los lugares donde estos días arrasa la "DANA" me duelo con ellos de la devastación producida por la desmesura de los cielos arrojando agua como lo ha hecho. Todo lo que provoca sufrimiento no puede serme indiferente, so pena de caer en aquello mismo que critico. Al sufrimiento humano no podemos acostumbrarnos, y menos aún cuando se cobra vidas, y arrasa la creación.

Estas catástrofes suelen ser ocasión de que las redes sociales se llenen de mensajes grandilocuentes proclamando una solidaridad inexistente: "todos somos..." "todos estamos..." con los que nos damos por cumplidos y además quienes lo hacen, se permiten auparse al trono de la justicia desde el que juzgar a quienes no lo hacemos como insolidarios.

Me crispan esos mensajes, por vacuos y estúpidos. La solidaridad es otra cosa, y pasa por tocar la carne sufriente. Por compartir la vida en los mismos caminos. Por com-padecernos con el que sufre. Esto lo tendremos que hacer, unas veces, de forma excepcional, saliendo hasta donde están las víctimas, pero lo verdaderamente humano -y lo que da sentido a la excepcionalidad en todo caso- sería que la cotidianeidad de nuestra existencia se construyera desde esa compasión compartida. Lo demás son palabras que alimentan el propio egoísmo de sentirnos bien sin haber hecho, ni estar dispuestos a hacer, nada.

En el fondo la solidaridad se manifiesta en los estilos de vida y en las relaciones personales y sociales que establecemos y estos se hacen continuidad de maneras de vivir cada día. No son flor de un día.

¿De qué sirve la solidaridad llorosa de quienes llevados por el egoísmo han convertido el levante y el sureste en horizontes de hormigón en contra de la naturaleza?

¿De qué sirve el lamento de quien ha hecho negocio con el deseo de apariencia de quienes han cortado las vías naturales a rieras y arroyos y ríos? ¿De qué el dolor de quienes teniendo la responsabilidad de cuidar la casa común la convierten en vertedero de deshechos que amenazan la existencia humana?

¿De qué me sirve la solidaridad de quien sigue manteniendo un estilo cómplice de vida, consumista y depredador de la naturaleza, que provoca esta crisis socioambiental, por mucho que proclame a voz en grito su oposición a grandes empresas, industrias, gobiernos...?

De nada. Porque no hay disposición a convertir los estilos de vida que hicieran real la solidaridad. No hay más que repasar catástrofes recientes, especialmente las sufridas por países pobres. Y si no, al tiempo.

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