Orar en el mundo obrero. Inmaculada Concepción

La disposición de María nos marca el camino de nuestro seguimiento: escucha y acogida del proyecto de Dios para que se haga vida en ella, para que se cumpla la Palabra alumbrando una vida nueva según el amor de Dios. María nos muestra que es posible dejarse “vencer” por el amor de Dios, y que hacerlo así, da el verdadero sentido a nuestra existencia.

Como María hemos de saber reconocer el paso de Dios por nuestra vida, por la historia de la humanidad, y por la vida de la Iglesia; hemos de saber apreciar lo que en la pequeñez de los sencillos hace Dios, y agradecer con nuestra vida obediente a su voluntad las posibilidades de vida plena que abre para todos. 

María es anuncio de nuestra salvación. Porque ser obediente y acogedora de la voluntad de Dios no significa ser una mujer pasiva, remisa, o alienada. Al contrario, María no dudará en proclamar que Dios hace justicia a los humildes y oprimidos, y que derriba del trono a los poderosos. María hace de su obediencia un gesto revolucionario porque posibilita que Dios se haga carne en su existencia y nada sigue siendo tan revolucionario como el proyecto de amor de Dios para la humanidad.

Con ella oramos

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