CRÓNICA DE CATACUMBA (11)

Buenos días. Al menos hoy el cielo está despejado y luce el sol. Hoy festividad de la Anunciación. La experiencia de María, su disposición a acoger la voluntad de Dios en su vida, aunque le resultara extraña, difícil, incomprensible al principio, es un buen referente para nuestro vivir este día -y todos los demás- queriendo escuchar, acoger, discernir, vivir, la voluntad de Dios para nosotros, en lo concreto y cotidiano de nuestra existencia.

Es la fiesta del comienzo de la encarnación del Dios con nosotros en nuestra historia humana. Es una invitación a descubrir en lo pequeño, en lo sencillo, esa compañía incuestionable del Dios todocariñoso en nuestra vida. Y es una invitación a vivir desde esa conciencia, desde la experiencia la presencia amorosa de Dios en nuestra vida; desde el sabernos amados cada día. Así que felicidades.

También a amigos, compañeros, familiares, gente cercana que las noticias que llegan los sitúan en esa situación de enfermedad, de desaliento. El bicho va tocando a gente cercana. Hoy cabe la petición que hacemos los militantes y consiliarios de la HOAC cada día cuando oramos con la Oración a Jesús Obrero: que los militantes que sufren desaliento permanezcan en tu amor.

Por ellos podremos unirnos a las doce a esa invitación del papa Francisco a rezar juntos el Padrenuestro.

Nos hace falta cultivar y crecer en esa experiencia del amor de Dios, cada día. Sobre todo en esta situación de enclaustramiento. Una manera de cultivarla en estas circunstancias puede ser hacer silencio. La saturación de mensajes, videos, noticias... de bulos infectos, que nos llegan cada día es contraproducente. Ayer silencié dos grupos de whatsapp. La campana continua avisando de la llegada de mensajes aturde.No salí de ellos porque cuando volvamos a la normalidad mental de sus integrantes, supongo que seguirán siendo un instrumento de comunicación necesario para lo esencial. Pero me paso buena parte del día borrando tonterías o cosas, que sin serlo, no me interesan, como no me interesaban antes. Y que, si quiero, ya miraré cuando tenga tiempo y ganas y -como dice un amigo- las dos cosas a la vez.

Así, entre otras cosas, evitaremos la superficialidad de muchos mensajes de los políticos estos días, sobre todo de quienes siguen instalados en dinámicas electoralistas que no tocan, en chácharas embusteras, y en el ejercicio inmoral de negar la realidad de los hechos para sacra su propia tajada, incapaces de arremangarse para estar al servicio del bien común.

Saturarnos de mensajes no es escucharnos. Escuchar requiere tiempo, humildad, sosiego. Las redes no aportan mucho de esto en estos días. Así que mi recomendación es que hagamos sitio al silencio. Que recuperemos algo de profundidad en nuestra vida cotidiana. Que no nos embarquemos en la superficialidad de las prisas. Si algo tenemos, es tiempo.

Os recomiendo la lectura de esta tribuna de hoy de Antonio Molina. Bueno, ahí os dejo, que tengo faena. Seguro que nos seguimos encontrando mañana, si Dios quiere.



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