CRÓNICA DE CATACUMBA (13)

¡Qué mal repartido está el mundo! ¡Cuánta desigualdad! Mientras en el norte de Madrid está nevando esta mañana, aquí en el sureste no cae ni una gota de agua. Y eso que seguro que habrá pocos que disfruten con la nieve como yo, viéndola caer, o revolcándome en ella. En fin, que la disfruten los nórdicos de la ciudad.

Las reuniones virtuales son huertas -como las presenciales- donde crece el trabajo. Y dan para unos cuantos días las cosechas. Ayer por la tarde, y casi todo el día de hoy, presumiblemente, y alguno más se dedicará a realizar lo que salió de la reunión de ayer. Faena no falta. Lo que faltan -qué paradoja- son horas...

La primera cosecha fue la oración compartida al comienzo y al final de la reunión y el poder vernos las caras, y oír las voces, la segunda, el comunicado que hicimos público ayer.

En medio de todo ello hay tiempo para dar un repaso a las noticias: a los tests chinos que son chinos, pero sin los ocho apellidos chinos; a la cantidad de expertos -deben haber gestionado varias situaciones como estas en su corta vida- que hay entre los políticos de la oposición, sobre todo, en la gestión de pandemias y que siguen clamando contra cualquier medida, pontificando con una sabiduría de pescador en río revuelto, que da miedo; al juego de encontrar los aviones de china perdidos, que me temo que sean tan virtuales como las reuniones de estos días; a averiguar quien miente más y peor; a una Europa insolidaria, en la que los del norte (a los que les nieva) siguen mirando por encima del hombro a los que, desde aquí abajo, solo podemos oír que hay sitios donde nieva.

Europa no aprende. Los políticos europeos no aprenden. Las sociedades del norte de Europa, que han crecido en un individualismo mayor, porque carecen del latino carácter que requiere el encuentro como el agua para la vida, siguen sin capacidad de escuchar el lamento de los otros. No saben lo que es un corral de vecinos como los de mi Sevilla, donde todos eran de todos y, por eso, todos eran para todos.

Resultó interesante la lectura del Pliego de Vida Nueva que ha escrito González Faus. Contiene interesantes elementos de reflexión para este momento, y para después.

Al final va a resultar que Max Weber llevaba más razón que un santo: hay una "ética capitalista" ligada a una manera de entender a Dios: si me va bien, Dios me quiere. Si me va mal, algo habré hecho para merecerlo, y allá me apañe. Pues a ver si Dios quiere que acabemos con esa manera de entender. Como decimos en el comunicado, la respuesta que urge es comunión y solidaridad, y los políticos y las instituciones europeas han de aprender esto, aunque sea a base de collejas. Si no, devienen inútiles.

En fin, ya es viernes. Casi fin de semana. La lectura del Libro de la Sabiduría  (2,1.12-22) hoy nos invita a hacernos una reflexión que nos mete en la mente de aquellos que acechaban a Jesús. Los fariseos y los doctores de la Ley no eran literalmente “impíos” (porque se creían piadosos y religiosos) pero funcionaban como tales: “los ciega su maldad; no conocen los secretos de Dios”

¿Reconozco en mí en algunas ocasiones estos funcionamientos de los que habla el texto de hoy? ¿Cómo reacciono cuando estoy cegado por el resentimiento o la rabia, o el deseo de venganza?, ¿qué pasa por mi mente, cuáles serían mis deseos si me dejara llevar por ellos?
En esos momentos estamos ciegos, no vemos, estamos desconectados del secreto de Dios y parecemos realmente mala gente …

¿Qué circunstancias favorecen este estado de bloqueo? Quizás cuando estamos agotados física, mental o emocionalmente. Cuando tenemos la presión de expectativas propias o ajenas. Cuando necesitamos urgentemente el reconocimiento de los otros o dar una imagen o dar una talla. Cuando entramos en el juego de la comparación o de la competición. Todo esto nos ciega y nos impide  saborear el don de Dios, y bloquea nuestra
capacidad de amar que sigue intacta en lo profundo de nuestro corazón. 

Puedes orar el texto con la propuesta que nos ofrece Rezandovoy. Puedes rezar también con el salmo 139, y acoger con gratitud otra mirada, la mirada de Dios sobre ti.

Señor, tú me sondeas y me conoces;
Sabes cuándo me siento y cuándo me
levanto,
De lejos penetras mis pensamientos;
Distingues mi caminar y mi descanso,
Todas mis sendas te son familiares.

Cuando voy de camino, cuando corro
como un loco;
Cuando huyo de mí mismo buscando
lo que no encuentro;
Cuando llamo a una y otra puerta,

Donde quiera que vaya o huya,
allí presente estás tú.
Tú conoces mis pensamientos,
Sabes de los deseos limpios o confusos
de mi alma;
Estás al tanto de las tensiones y conflictos
de mi vida,
Sientes mi dolor aunque quiera ocultarlo.

En el dolor, en la tensión, en la confusión,
estás Tú.
Si en alas de la aurora cabalgo
Si corro agarrado a la velocidad y huyo de
mí mismo,
Si me meto en la tiniebla
y apago la luz para no verte,
Aún ahí, en medio de mi ceguera,
otra vez estás Tú.

Si cierro los ojos y miro en lo profundo
de mí mismo,
Si peregrino a lo más secreto
y hondo de mi corazón,
Si hago silencio y escucho dentro de mí,
Allí te siento, allí te oigo, allí, en mi interior,
estás tú.

Siempre tú, vaya donde vaya;
Tu presencia inunda mi vida
y todo cuanto existe.




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