CRÓNICA DE CATACUMBA (2)

Ayer el día terminó de transcurrir en casa, dedicado a los trabajos de cuidados: cocinar, planchar, darle un limpiadito a la casa, leer, ver alguna película...
La noche se cerró con la inesperada tormenta que regó las calles vacías y el ambiente de Madrid. Se agradece volver a las temperaturas que tocan.

El día ha comenzado como cualquier lunes. El despertador a la hora de siempre, el café caliente, la ducha igual, y la oración algo más sosegada que un día cualquiera. El himno de Laudes trae hoy sabor a esperanza: La salvación se anuncia | donde acechó el infierno,⁣| porque el Señor habita | en medio de su pueblo.

Es bueno y necesario mantener la rutina del quehacer y los horarios.

El confinamiento se relaja para acudir al hospital a una cita programada con la dermatóloga que todavía se mantiene. Allí me entero de que, a partir de mañana, anulan todas las citas previas no urgentes o esenciales. No es nada serio para lo que acudo, pero necesitaba confirmación del diagnóstico y me lo han dado. Que me voy haciendo mayor, es lo que me ha venido a decir. Lo cual no deja de ser un consuelo si hago memoria.

En el entorno del hospital se observa una mayor afluencia  de gente que en las calles o en el metro. Quizá una afluencia superior al resto de la ciudad, pero, con todo, menor de lo habitual. Es lo mismo que he observado, en general, en otros hospitales, estos días. Poca aglomeración de personas. La sensación es que están funcionando los servicios con normalidad. Ni pánico ni histeria, sino preocupación y responsabilidad. Las precauciones saltan a la vista, las mascarillas -en el hospital- son visibles por cualquier parte, los desinfectantes hidroalcohólicos también.

La consulta sin demora me devuelve a la calle. Se nota el frío. El metro vacío me ofrece un extraño vagón prácticamente para mí solo. Dos personas -me incluyo- en mi vagón, dos en el siguiente... En la calle alguna pequeña cola en la puerta del supermercado, más porque limitan el aforo, que por afluencia de clientes, y algún perro sacando a pasear a sus dueños. Quienes no tenemos perro tenemos que buscar la vía del médico.

Y quienes no pueden teletrabajar no necesitan excusa. Me cruzo con repartidores, barrenderos, con el chico de la gasolinera, con Agustín, el conserje de mi bloque, que está en su puesto aunque con la puerta de la garita cerrada y me manda el saludo con la mano.

De nuevo en casa. Se suceden desde ayer las llamadas y mensajes preocupados por saber cómo estoy, cómo lo llevo, qué se está viviendo...  Lo apuntaba ayer: parece que basta que no podamos encontrarnos para que estemos deseando hacerlo, para que retomemos encuentros y contactos -virtuales, eso sí- con personas que habitualmente aparecen en tu vida cotidiana para las celebraciones festivas del calendario y poco más, pero que en el fondo siguen ahí. La convocatoria del aplauso al personal sanitario, anoche, sacó a los balcones y ventanas casi a toda la calle. Lo nunca visto por aquí. Creo que al sentido del acto en sí, se unía la necesidad de ver y escuchar, aunque fuera en la distancia, rostros y voces humanas. En el fondo nos sabemos sociales, nos sabemos comunión en lo más íntimo de nuestro ser, pero con frecuencia lo olvidamos. Creo que la esperanza que necesitábamos sentir se alimenta en estos momentos de soledad compartida. Y puede ser buen camino.

Hoy Alicia -mi vecina- y sus hermanos pequeños no podrán salir a jugar al jardín interior del bloque, porque se nota más el frío. Veremos si aguanta en casa todo el día. Menos mal que ha expropiado el pasillo del ascensor como cuarto de juegos que comparte con otra vecina de su edad.

Para los más mayores, y también para ella, la Vicaría de Desarrollo Humano Integral de Madrid ha puesto en marcha una página llamada Caridad creativa en tiempos de coronavirus con recursos y sugerencias como estas:

1. CELEBRAR Y ORAR. Quizá no juntos, pero sí vinculados.
2. ENTIDADES CARITATIVAS ECLESIALES QUE NO CIERRAN. Se adaptan, pero no cierran.
3. IDEAS SOLIDARIAS. Sencillas, pero hondas.
4. CON LOS NIÑOS. No sólo «para» los niños: con.
5. LECTURA CREYENTE. Textos para mirar la realidad con la luz de la Buena Noticia de Jesús.
6. CULTURA. Ahora hay tiempo para ensanchar el espíritu.
7. IMÁGENES. Diciendo mucho en muy poco espacio.
8. SONREIR. Sonrisa necesaria como el pan de cada día.
9. INFORMACIONES E INSTRUCCIONES OFICIALES. Exclusivamente oficiales.

Así pues, confinados sí, pero con mucho quehacer.

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