CRÓNICA DE CATACUMBA (28)

Hoy es día de silencio y contemplación. Es día sin Palabra y sin palabras. Es el día de la ausencia y el silencio de Dios, y también es el día de la espera, de la esperanza, del fiarnos del amor por encima de todo. Aunque ni veamos ni sintamos.

El dolor es dolor. Ante él, lo primero, nunca ha de ser nuestra palabra, sino el silencio, la escucha y la acogida callada.

Nuestro dolor y el de tantos que mueren, que sufren, por tantas razones que hemos sido capaces de crear. Si no sabemos acoger el dolor, no sabremos después acompañar en ninguna circunstancia a nuestros hermanos. Si no experimentamos nosotros la muerte, el vacío, el silencio, no podremos comprender a quien lo vive de continuo.
Si no pasamos por el fracaso, seguiremos convencidos de que somos omnipotentes y eternos gracias a nuestras propias fuerzas. Y descubriremos, que no es así.

Como dice la lectura del profeta Oseas (5, 15 - 6,2), en Laudes hoy: en su aflicción madrugarán para buscarme.


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