CRÓNICA DE CATACUMBA (30)

Bueno, se acabaron en casi todos los sitios las vacaciones de semana santa y hay que volver a la faena. Es semana de retorno a nuestra Galilea particular, a nuestra Galilea de los gentiles, a la de las periferias que habitamos. Hemos abrazado, como las mujeres los pies del resucitado, nos hemos encontrado con él, pero para verle hemos de volver a Galilea, a la realidad. (Mt 28, 8-15)

Aquí volveremos a encontrarnos con la tentación de construir nuestro relato falseado, el que se ajuste a nuestras expectativas, y no a la propuesta del resucitado. Tendremos que andar despiertos, para no olvidar que el encuentro con él avanza en la fidelidad, en la misericordia, en la verdad, en el servicio, en el amor.

De hecho esta mañana ha habido que volver al ritmo laboral -extraño, pero laboral- del confinamiento. He tenido que hacer la compra gorda del mes, y ya hemos estado afinando las tecnologías de videoconferencia para la reunión del miércoles. Hay días que parece que esto del wifi no funciona como debe. Supongo que a la lluvia y las nubes que juegan al pilla-pilla con el sol esta mañana habrá que unir la saturación de todo el vecindario haciendo cola a la vez en la red; igual que se hace en la entrada del super, para desinfectarse las manos, para ponerte guantes, para hacer el pago en la caja al finalizar. Nuevas prácticas, nuevas maneras de hacer las cosas, muchas de las cuales habrán venido con toda probabilidad para quedarse. 

Nuevos miedos también. Se notan. Ojalá la solidaridad brotada estos días y la cercanía empática no sean flor de un día, pero, no se yo... Habrá que esperar a ver a qué volvemos y de qué nos olvidamos. Habrá que esperar a ver que reconstruimos y sobre qué construimos lo porvenir.

Ojalá la conciencia del bien común que hemos redescubierto, no se pierda de nuevo en el oleaje consumista y de individualismo que aún rompe en nuestra costa humana. 

Se nota que es lunes porque los ruidos han vuelto, algunos, como el de los coches, pocos, que circulan hoy, o el lejano ruido de la motosierra (andarán podando algún árbol). De camino al super, había obras, de nuevo, en marcha. Se nota que es lunes en que hay políticos que han vuelto al bocachanclismo de hecho y de derecho.

Se nota que es lunes en que mi cuello acusa los efectos del fin de semana, de las horas de más pasadas en el sofá, y los pasos de menos recorridos. Una de las cosa que echo más de menos es esa: caminar. Caminar sin rumbo, a lo flaneur, por el placer de caminar y dejarme llevar por calles conocidas y otras no tanto, por destinos no establecidos de antemano. Simplemente caminar, disfrutar del descubrimiento tras cada recodo, caminar hasta cansarme.

Como esto dure, voy teniendo claro que me compraré una máquina de cortar el pelo, y me arriesgaré al autocuidado, o al autodestrozo, ya veremos. De momento iré caminando hacia lo conocido, hacia Galilea, para encontrarle, para sentirle vivo, para percibir su iniciativa de salirme al encuentro, para seguir cuidando y suscitando la esperanza en lo cotidiano y sencillo.




Comentarios

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama