CRÓNICA DE CATACUMBA (38)
Un poquito harto de confinamiento sí que empiezo a estar. Ayer costó conseguir que el día no se deshilachara.
La tentación de abandonar las redes es recurrente y creciente día a día. ¡Cada día hay más basura, por mucho que uno barra! Incluso de quienes espera y exige uno cierta sobriedad y acierto en su discurso y discurrir. Basta ver la zafia manera de titular, alejada de la verdad, de algunos medios de pretendida izquierda en relación con las declaraciones del Obispo Secretario de la Conferencia Episcopal acerca de la renta básica. Os dejo el enlace de las declaraciones reales, para que cada quien valore.
De estos medios esperaba cierto compromiso con la verdad que han debido perder por el camino. De otros, también de pretendida izquierda, nominalmente al menos, hace tiempo que no espero nada, ni bueno ni malo. Los titulares -parecidos- de los medios de la derecha me los esperaba. Nunca suelo esperar de ellos otra cosa, porque es a lo que me tienen acostumbrado
Igualmente me sorprenden las reflexiones de algún eximio profesor con el que suelo estar de acuerdo por la habitual objetividad de sus planteamientos, que suelen estar nacidos de la observación de los hechos, de la realidad, y que en este caso, patinan, justo por olvidarse de acudir, en primera instancia, a la fuente.
Parece mentira cómo incluso personas habitualmente lúcidas suelen caer en la trampa de la inmediatez del titular de la media verdad, o de la falsedad directamente y acaban por opinar de oídas.
Es moneda corriente. Incluso entre quienes se supone que han hecho de la revisión de vida -una manera de ser y una espiritualidad- eje de su vida. En cuanto dejamos a un lado los hechos, el desbarre es de proporciones abismales.
Los titulares no son los hechos. Las noticias cocinadas, no son los hechos. La información tendenciosa no son hechos. La opinión no son hechos. Y sin hechos, no hay posibilidad alguna de verdad, ni de información, ni de opinión.
El confinamiento tiene muchas cosas negativas. Una de ellas el aburrimiento, el tiempo vacío. Y ese es el cebo perfecto para atrapar incautos en las redes. Seguramente no porque nos hayamos vuelto incautos de repente, que también puede ser, sino porque se agudiza la falta de cautela con la que ya actuábamos antes; porque se pone de manifiesto las tragaderas sin tamiz que ya traíamos colgadas.
En fin. entrar en la resurrección es un proceso. No sucede de golpe. Es trabajosa, como para los discípulos o Nicodemo (Jn 3, 5.7-15) Es un proceso que pasa por ver con los ojos del resucitado. por tener sus mismos sentimientos; por sentir, trabajar y vivir como Él, porque solo así seremos comunidad y testigos de la verdad y la esperanza. (Hechos 4, 32-37)
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