CRÓNICA DE CATACUMBA (54)

Hay una bienaventuranza en el texto del evangelio de hoy (Jn 13, 16-20): "Dichosos vosotros si lo ponéis en práctica". Es la bienaventuranza del servicio. Una bienaventuranza que se descubre y se vive solo cuando nuestra vida es un arrodillarse a los pies de los demás, para servirles, del mismo modo que Jesús hace con nosotros. Cuando no pretendemos ser más que nadie.

Hay una bienaventuranza y un camino posible para vivirla: acoger a Jesús, recibirle, y en Él al Padre. Es lo que, con otras palabras decimos cada mañana en la Oración a jesús Obrero cuando pedimos la gracia de pensar como Tú, trabajar contigo, y vivir en Ti, la gracia de Ir configurando nuestra existencia con Cristo.

Descubrir y vivir esta bienaventuranza supone vivir desde la clave de la escucha, la entrega y el servicio toda nuestra existencia. Cada día el Señor nos espabila el oído, nos despierta, nos pone en esa sintonía. Cada día lo intentamos, con sinceridad; cada día descubrimos qué tendencias sigue habiendo en nosotros que nos empujan en la dirección contraria, y cada día se convierte, por eso, en una constante lucha para ir abandonándolas y dejarnos configurar por el espíritu de comunión que Jesús nos propone.

Jesús nos ofrece una seña de identidad de la comunidad cristiana: la acogida del otro, y el servicio. Rovirosa decía que habíamos de descubrir a Cristo en el otro. Algo que tiene una dimensión relacional que va más allá de las relaciones interpersonales, y se convierte en clave de construcción de lo social, de lo político, de lo común... de la comunión a la que somos convocados, vocacionados.

Hoy también puede ser buen día para volver a dar pasos en esa dirección, y descubrir la bienaventuranza de nuestra existencia entregada y servicial.


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama