CRÓNICA DE CATACUMBA (61)

El escenario es distinto esta mañana. Escribo desde oto teclado, otro ordenador, y otras cuatro paredes a las que me han dirigido mis pasos bajo la lluvia porque había documentación que imprimir y otra que recoger en la solitaria oficina que, después de dos meses, se me hace extraña. Es como un viaje en el tiempo. Salvo por la correspondencia sobre la mesa, lo demás está tal como lo dejé.

El trayecto hasta la oficina me hace pensar si yo era de los pocos confinados que teletrabajaba. La cantidad de coches que circula por Madrid a esta hora me produce cierta sensación de agobio. Por el contrario los autobuses pasan vacíos. Me parece que hemos aprendido poco, y que no está esta ciudad por la labor de recorrer caminos distintos a los que pueden habernos traído hasta aquí. Está claro que el modelo de ciudad tendrá que cambiar si no queremos vernos abocados cada dos por tres a recluirnos en la catacumba. No sé. El próximo día 15, Día de San Isidro Día del Mundo Rural, quizá sea buena ocasión para considerar estas cuestiones y dar pasos de conversión ecológica.

Por otra parte caminar con la mascarilla aumenta la sensación de agobio, porque al empañarse las gafas, llega uno al destino casi de oídas. Quizá también eso aumenta la percepción del ruido.

Hoy se celebra la Jornada de Oración, Ayuno y Caridad convocada por el papa junto con todas las religiones monoteístas (cristianos, musulmanes, judíos) para que todos los creyentes nos unamos en oración pidiendo el fin de esta pandemia. Una propuesta de encuentro, de dejar a un lado posiciones individuales para caminar hacia un futuro común en un presente compartido. Doy gracias a Dios por estos pequeños gestos de comunión de los creyentes en Dios. Y, al mismo tiempo, me surge pedir, por los políticos de este país, que siguen sin entender qué es eso de caminar juntos, de encontrar propuestas comunes, de servir juntos al bien común por encima de sus intereses partidistas, de renunciar a la propia vanagloria a cambio de la entrega del servicio que humaniza.

Hechos como los que van ocurriendo estos días me hacen cabrearme bastante con los prepotentes egoístas. Habrá que seguir rezando también por ellos, con más fuerza.



Aquí os dejo una de las oraciones propuestas por el papa Francisco para este mes.


Oración a María

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

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