CRÓNICA DE CATACUMBA (62)

Hoy es san Isidro. Un san Isidro atípico en Madrid. Silencioso y confinado. Sin encuentros en la Pradera de la ermita del Santo, sin beber el agua de la fuente del Santo, sin el bocadillo de calamares o panceta, ni conciertos... Se salvan las rosquillas -tontas y listas- que han caído en la novena previa. Y queda que volveremos a juntarnos el cabildo parroquial para celebrarlo, aunque no haya manera de añadir los churros a la liturgia del día.

Hoy es san Isidro, Día del Mundo Rural, que celebran de manera distinta, también, el Movimiento Rural Cristiano y el Movimiento de Jóvenes Rurales cristianos, a quienes nos unimos el resto de movimientos de la Acción Católica. Un día para valorar y contemplar la creación, agradecidamente, y para descubrir cuanto de camino de regreso tenemos que emprender a modos de vida más sostenibles y humanos. No es casual que donde más haya impactado de forma tenebrosa esta epidemia sea en las insalubres grandes ciudades que han crecido de espaldas a las verdaderas necesidades de la persona, de espaldas a lo humano. Y habrá que ser conscientes de que no han crecido por generación espontánea, sino que las hemos hecho así, porque la deshumanización en que vivimos nos ha hecho creer que ese modo de vida era bueno.

Ahora nos enfrentamos, cara a cara, con esa realidad. nuestro modo de vivir no es humano, no tiene en cuenta las verdaderas necesidades de las personas, excluye y mata; genera víctimas, costes humanos inasumibles. Por eso este día debiera ser una llamada a retomar caminos de humanización, a reemprender la marcha hacia lo verdaderamente humano, a generar esas nuevas relaciones del Reino entre nosotros y con la creación.

Podría ser un día para desinstalarnos de la mentira del progreso ilimitado -en tanto mero crecimiento económico- como ídolo de nuestro tiempo. Un día para empezar a acoger vitalmente lo aprendido en este confinamiento forzado, y posibilitar nuestra conversión ecosocial hacia modos de vida más contemplativos y con ritmo humano. Podría ser un día para revisar aquello que llamamos necesidades, y para urgir políticas al servicio del bien común en el que se incluye la creación y las relaciones de vida que hemos de establecer con ella.

De amor y amistad va el evangelio de hoy (Jn 15, 12-17), de sentirnos elegidos e invitados a permanecer en ese amor. De gratuidad y gratitud. De permanecer para fructificar; algo que requiere paciencia, tiempo, empeño, ritmo humano, ritmo amoroso como el que Dios tiene con nosotros, como el que necesita la semilla para crecer. De acoger, respetar, valorar los procesos lentos y las cosas pequeñas. De esperanza, pues.
De amor y amistad con la creación, con la casa común. De amistad con Dios en sus criaturas.


Comentarios

  1. Me temo que no vamos a sacar ningún provecho de la lección que nos está dando la Naturaleza, como también estamos lejos de considerarnos y comportarnos como hermanos.

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