CRÓNICA DE CATACUMBA (66)

Esta mañana he invertido el orden de las actividades, y tras la oración, el aseo y el desayuno, ha tocado el paseo. Mejor a esta hora que hay menos gente por la calle. Debe ser que los runners son de poco madrugar, gracias a Dios, y eso permite disfrutar de más espacio y menos agobio, además de aprovechar el frescor de la mañana que siempre será mejor que el calor que se avecina estos días. 

Hoy es le primer lunes de la fase 0,5 en Madrid. No he notado especial incremento de movimiento y gente. También es verdad que el comercio no abre hasta las diez de la mañana en muchos casos, con lo que la evaluación habrá que hacerla en otra franja horaria.

Lo que sigo notando a poco que se contrastan noticias es que cada día da más pánico estar en manos de una sanidad como la de esta comunidad, gestionada de la manera que lo está. Hoy, por ejemplo, descubrimos que las cifras que se reportan cada día desde la comunidad autónoma tienen poco que ver con la realidad, y que como decía ayer algún columnista, esta comunidad se hace "trampas al solitario". No sigo, porque me sacan de mis casillas.

Prefiero empezar el día saboreando de nuevo lo que la lectura de Thomas Merton me procura cada día que le dedico un rato, y asombrándome de la lucidez de sus reflexiones hace más de cincuenta años, y que tanta actualidad siguen teniendo. Ayer leía reflexiones suyas sobre dos temas muy del momento: la muerte y la propaganda. 

Habla Merton de la existencia caída una de cuyas características es que trata de olvidar la muerte sumergiéndose en el mundo. El hombre -dice- trata de justificar su existencia inauténtica con la ilusión de que sigue siendo dueño de su destino y del mundo, y con la ilusión sucesiva de que casi ha alcanzado el punto en que habrá dominado la enfermedad, la desesperación y aun quizá la misma muerte. Así sigue adelante de modo frívolo y deshonesto, sin pensar en la muerte, y sin tomar ninguna decisión que oriente su vida a la vista de la muerte. Vivir sin autenticidad en el mundo, pasar la vida entera de la realidad de la muerte... (Conjeturas,,,280)

En definitiva la vida inauténtica es la que obvia lo más real e incuestionable de la misma. Es vivir de espaldas a la vida, a todas las dimensiones de la vida, como si no existieran, como si no fueran conmigo... hasta que me topo de bruces con ellas, y me descubro desarmado frente a ellas. es interesante leer las reflexiones que hace Merton sobre esto en relación a cómo vivir así genera actitudes no cristianas en quienes se dicen cristianos.

Por otra parte, cuando habla del fenómeno de la propaganda -algo patentemente falso, o al menos en gran parte ficticio- y habla de su irracionalidad, de su verdad engañosa que termina convertida en una mentira, hasta el punto de que la propaganda toma las decisiones por nosotros... porque nosotros queremos, termina diciendo que es uno de los pocos placeres que le quedan al hombre moderno: esa ilusión de que piensa por sí mismo cuando, en realidad, otro piensa por él. (Conjeturas... 285) Si esto no tiene que ver con la sociología de las redes sociales, y de cómo se mueven las fakes news, las mentiras, hasta convertirse en pensamiento de masas...

El evangelio de hoy (Jn 16, 5-11) nos pone también frente a esas realidades: frente a la tristeza que no asume la completa totalidad de la existencia, incluyendo las pérdidas, o lo que nosotros consideramos pérdidas desde nuestra mentalidad aún no plenificada por el Espíritu. Y, de nuevo, frente a la verdad que se convierte en autojuicio de nuestra existencia, porque no descubrimos los motivos de alegría resucitada donde podríamos verlos, donde estamos llamados a experimentar el encuentro con el Resucitado.

Cambiemos la mirada, para descubrir y alegrarnos de su cercanía en nuestra vida, y para que nuestra vida vaya transformándose en la nueva vida en Cristo, ahora y después de la muerte, porque -vuelve a decir Merton- en el corazón de la fe cristiana está la convicción de que cuando se acepta la muerte en un espíritu de fe, y cuando la vida entera está orientada a la entrega de sí mismo, de modo que la final uno la devuelve, alegre y libremente en manos de Dios el Creador y Redentor, entonces la muerte se transforma en un logro. Uno vence a la muerte con el amor. (Conjeturas... 281)

Ea, mañana más.

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