Orar en el mundo obrero. 2º domingo de Adviento

Consolar es la manifestación de lo que la Iglesia -y cada miembro que la formamos- hemos
de hacer en nuestro mundo, con las personas, en esta situación de pandemia que vivimos.

Consolar es acompañar la vida de las personas, de quien puede experimentar la soledad
de forma más intensa en su vida; de quien necesita experimentar el consuelo de la
fraternidad, para sentir la ternura de Dios.

¿Quién de nosotros no necesita experimentar el consuelo ante el desaliento o la
adversidad? ¿Quién es tan autosuficiente que no necesite cuidados? Todos hemos
experimentado la fragilidad, la limitación, la soledad y el miedo en estos largos meses de
pandemia.

Necesitamos consuelo y sanación. Un consuelo y una sanación que nacen de la vivencia
de la fraternidad a la que somos convocados en nuestra vida por Dios. El consuelo y la
sanación de la comunión y del bien común. Un consuelo y una sanación que necesitan
experimentar, sobre todo, y los primeros, quienes son descartados. Un consuelo que
objetiva la fraternidad, y que se hace tarea política.

Para poder vivir el consuelo necesitamos conversión. Orando en el mundo obrero

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