Orar en el mundo obrero, 6º domingo T.O.

En el evangelio de este domingo, y en la oración en el mundo obrero, Jesús nos muestra la radicalmente distinta manera cristiana de situarnos en los contextos de marginación y con quienes este mundo descarta:

Nos mueve a acompasar el paso de nuestro ritmo vital para que podamos hacernos cercanos a quienes sufren, para que puedan llegar hasta donde podamos escuchar su grito, sentir su dolor.

Nos pide ser hombres y mujeres compasivos, capaces de escuchar, de acoger, de promover, de integrar. Capaces de sanar desde la cercanía amorosa.

Nos anima a provocar la recuperación, la reintegración a la vida, la comunión.

Es la misericordia lo que mueve a Jesús a saltar los muros legalistas que mantienen la indigna exclusión, y a buscar el puente desde el que tender lazos de fraternidad con quien sufre. Jesús se acerca al leproso, y no solo no se contamina, sino que el leproso cura.

Dice el papa Francisco que somos analfabetos en acompañar, cuidar y sostener a los más frágiles y débiles de nuestras sociedades desarrolladas. Nos acostumbramos a ignorar situaciones hasta que nos golpean directamente. Ver a alguien sufriendo nos molesta porque no queremos perder mucho tiempo por culpa de los problemas ajenos, porque queremos construir nuestra sociedad de espaldas al dolor. (FT 64-65)

Como Jesús, también nosotros podemos romper muros, saltarlos y tender puentes de encuentro y fraternidad, mediante nuestra disposición personal a amar, y mediante iniciativas capaces de rehacer la comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común. (FT 67)


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