Orar en el mundo obrero, 2º domingo de Pascua

Al Orar en el mundo obrero este domingo, descubrimos que hay cosas que solo pueden ser vistas si creemos; sólo se ven desde la fe. Nuestra vida está plagada de signos de esperanza y de resurrección. Está llena de la presencia callada, silenciosa, misteriosa del Resucitado. La Pascua es tiempo de afinar los sentidos para percibir esos signos de vida, para agradecerlos, para recrearlos, para abrir caminos de fraternidad y esperanza.

GRACIAS, SEÑOR, por tantos signos de tu presencia resucitada, misteriosa y misericordiosa en nuestras vidas:

Gracias por la vida, por el sol que nos despierta cada mañana al hoy, al futuro, a la tarea, a la esperanza. Por la belleza de toda la creación, de cada criatura.

Gracias por tu amor, incondicional, gratuito, fiel, en el que vivimos, nos movemos, y existimos y, porque nos haces capaces de sentir y experimentar ese amor.

Gracias por la Iglesia que, entre luces y sombras humanas, nos sigue mostrando a Jesús, nos sigue ofreciendo su Evangelio, nos reconcilia, nos convoca a la mesa fraterna de la Eucaristía, y nos hace testigos en medio del mundo.

Gracias por la comunidad de hermanas y hermanos, con quienes hacer camino de fe, de vida, de encuentro y comunión, de solidaridad, de justicia, y de amor.

Gracias por tu Espíritu, que sigue animando nuestra vida, para ser semillas de evangelio que se siembran en el servicio amoroso que acompaña la vida de los empobrecidos del mundo obrero.

Gracias por la vida de cada militante, por su sincera entrega, humilde, silenciosa tantas veces, pero entrañablemente humana. Gracias por poder reconocerte vivo en tantas hermanas y hermanos, por lo que nos aportan.

Gracias por cada pequeño compromiso, por cada empeño, por cada intento, por cada paso, por cada gesto de cuidado que nos acerca a la fraternidad universal, por cada entrega sentida, aunque no percibamos los frutos, convencidos de que es necesaria.

Gracias por cada hombre y mujer que no se dejan vencer por el pesimismo, por la desesperanza, sino que en comunidad fraterna siguen alzando la voz ilusionada contra todo lo que deshumaniza, y construyendo fraternidad.

Gracias porque en todo eso nos permites ver tu presencia, reconocerte resucitado, encontrarnos contigo, y afianzas en el amor nuestra esperanza y nuestra fe.

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