Aire fresco

 La mañana trae con persistencia un aire fresco que aleja el calor de estos días mientras se cuela por las ventanas abiertas. Es el anticipo de lo que está por llegar, espero. Es anuncio de un tiempo de descanso, sosiego, de encuentro, encuentros y reencuentro. para asentar el poso de lo vivido antes de poner rumbo al nuevo curso. Serán días de Tabor. Días de oración callada, de estar y ser. Días de contemplación y alabanza, de escucha y acogida. Días sin tiempo. Días de repasar y rumiar.

Hay ritos que marcan este momento de cambio: guardar el reloj de los inviernos, indumentaria, los libros que me acompañarán, el hacer equipajes, las limpiezas de última hora... Hay tiempos significativamente distintos, vitalmente distintos. Tiempos -y lugares, y rostros, y...- que hacen posibles otros tiempos, otros momentos, otros encuentros, otros quehaceres.

Luego vendrán los días de volver al camino, de cambiar la mirada hacia el horizonte que se vislumbra al bajar del Tabor. De nuevas empresas, de nuevos retos y antiguas esperanzas. Cada día tiene su afán.

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