Orar en el mundo obrero, 25 domingo T.O.

Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos. Con esa
rotundidad la expresa Jesús, pero incluso así podemos encontrar resquicios de huida. No
quiero ser importante, no quiero ser el primero… prefiero pasar desapercibido, no
comprometerme, porque sé lo exigente que es hacerse el último y ser servidor de todos.
Y es que servir no es cuestión de cuántos actos de servicio podemos hacer en nuestra
vida. El servicio que nos ofrece Jesús y que nos llama a vivir es que nuestra vida sea
servicio; toda nuestra vida, y a todas las personas. Y eso solo lo vivimos cuando en cada
persona reconocemos el rostro de Cristo, y a una hermana o hermano. Cuando nos
reconocemos hijas e hijos de un mismo Padre, porque nos hacemos prójimos de los más
débiles.

Jesús les está hablando a los discípulos, con lo que nos dice también cómo ha de ser la
comunidad de sus seguidores, cómo ha de ser la Iglesia. ¡Cuánto necesitamos en nuestra
Iglesia seguir caminos de conversión en este sentido! ¡Cuánto necesitamos alejarnos del
“ejercicio del poder” en el seno de la comunidad, de los títulos altisonantes y distantes!, de
la búsqueda de honores tan antievangélicos… No solo quienes de manera visible ejercen
ese poder, sino también tú o yo, que, de manera más imperceptible lo ejercemos en
nuestra realidad concreta. ¡Cuánto necesitamos cambiar nuestro lenguaje litúrgico:
potencias, potestades, majestad, ¡todopoderoso!… Necesitamos ser una Iglesia
realmente sinodal, pero solo caminaremos hacia ella siendo cada vez más una Iglesia
fraterna, comunidad de amor y servicio.

¡Cuánto necesitamos alejarnos de títulos que nada deberían significar en la Iglesia,
porque ningún valor tienen en la comunidad fraterna de los seguidores del Crucificado:
excelentísimo, reverendísimo, ilustrísimo…!

Necesitamos convertirnos. Jesús no escogió a los perfectos, sino a personas tan
normales y corrientes como los apóstoles, tan tremendamente humanos, con sus defectos
y miserias, las mismas que nosotros podemos tener también. Jesús les ha dado cada día
testimonio de amor y servicio, y ellos siguen preocupados por la jerarquía que desean
alcanzar, siguen considerando la vida con una mirada y una mentalidad humanas.
Necesitamos experimentar la gratuidad del amor que acoge a los más pequeños, a los
más frágiles, y los coloca en el centro de la vida para mostrar que así acogemos a Cristo
mismo. Necesitamos construir la fraternidad (eclesial y social) desde esa centralidad de
los pequeños, de los pobres, de los más vulnerables. Solo de esa manera
experimentaremos de verdad el amor de Dios por cada uno de nosotros y nosotras, tal
cual es: gratuito, incondicionado, sin límite.

Tenemos ante nosotros el reto de construir, con la gracia de Dios, una comunidad fraterna
que trastoque las maneras de vivir que priman en nuestro mundo.

Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede
encontrar su plenitud «si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás». Ni
siquiera llega a reconocer a fondo su propia verdad si no es en el encuentro con los otros:
«Sólo me comunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el
otro». Esto explica por qué nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros
concretos a quienes amar. Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana,
porque «la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más
fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de
fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros
mismos y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte». (FT 87)

Mi proyecto de vida incluye el ejercicio de mi responsabilidad en la comunidad como
cuidado y servicio. ¿En qué actitudes y prácticas he de seguir creciendo para ser hombre
o mujer servidor-cuidador, servidora-cuidadora, de todos? me lo pregunto orando en el mundo obrero

Comentarios

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama