Orar en el mundo obrero, 26 domingo T.O. Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado

Nuestra oración en el mundo obrero hoy la hacemos en el contexto de la Jornada del Migrante y refugiado que celebramos este domingo.

En el Mensaje para esta Jornada del Migrante y Refugiado, dice el papa que hace un llamamiento a caminar hacia un nosotros cada vez más grande. Un llamamiento a la Iglesia y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

“Hoy la Iglesia está llamada a salir a las calles de las periferias existenciales para curar a quien está herido y buscar a quien está perdido, sin prejuicios o miedos, sin proselitismo, pero dispuesta a ensanchar el espacio de su tienda para acoger a todos. Entre los habitantes de las periferias encontraremos a muchos migrantes y refugiados, desplazados y víctimas de la trata, a quienes el Señor quiere que se les manifieste su amor y que se les anuncie su salvación.”

“El futuro de nuestras sociedades es un futuro “lleno de color”, enriquecido por la diversidad y las relaciones interculturales. Por eso debemos aprender hoy a vivir juntos, en armonía y paz. Pero para alcanzar este ideal, debemos esforzarnos todos para derribar los muros que nos separan y construir puentes que favorezcan la cultura del encuentro, conscientes de la íntima interconexión que existe entre nosotros.

En esta perspectiva, las migraciones contemporáneas nos brindan la oportunidad de superar nuestros miedos para dejarnos enriquecer por la diversidad del don de cada uno. Entonces, si lo queremos, podemos transformar las fronteras en lugares privilegiados de encuentro, donde puede florecer el milagro de un nosotros cada vez más grande.”

El Espíritu anima el bien en todos los rincones de la creación, dentro y fuera de la Iglesia. No se encierra en grupos e instituciones; es soberanamente libre. ¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el espíritu del Señor y profetizara! dice el Libro de los Números en la 1ª lectura de hoy.

Nosotros no tenemos en exclusiva la salvación: ni la Iglesia en el mundo, ni la HOAC en la Iglesia. La promesa del Reino desborda nuestra Iglesia y nos desborda a nosotros. La promesa del Reino alcanza a quienes son, con su vida, cauce de humanidad, de humanización en nuestra historia. Por eso el sectarismo o la intolerancia no tienen cabida en la comunidad cristiana.

Los seguidores de Jesús hemos de saber encontrarnos y trabajar por el bien de todo hombre y mujer, a favor de todo aquello que humaniza, junto a todas aquellas personas que, de diversas maneras, luchan a favor del bien del ser humano. Los seguidores de Jesús deberíamos saber agradecer a Dios cada semilla de humanidad que se siembre, la plante quien la plante. Y cuidarla, como si hubiésemos sido nosotros quienes la plantamos.

En esa tarea común de la humanidad, estamos llamados a aprender a vivir juntos, a tender puentes, a derribar muros, a sembrar reconciliación. Para que florezca el Reino, el milagro de un nosotros cada vez mayor.

Mi proyecto de vida se orienta especialmente a vivir la comunión con el mundo obrero empobrecido, entre quienes están migrantes y refugiados, presentes en mi pequeño mundo. ¿Cómo crecer en esta comunión?

Comentarios

  1. Espero que un día se alcance aquí en la tierra una patria común, sin necesidad de esperar a trascender. Un saludo muy afectuoso.

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