Orar en el mundo obrero. 27º domingo T.O.

El sueño de Dios, lo que Dios ha unido, su sueño y proyecto de amor, de igual dignidad de todos y todas en una comunidad fraterna y sororal que hoy ha de ser alternativa en nuestro mundo. Ese es el origen, el sueño originario, el proyecto del Reino. Lo que Dios une es su amor al nuestro, su vida a la nuestra. 

“Soñemos juntos”, nos propone el papa Francisco: ¡Qué importante es soñar juntos! Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos. Soñemos como una única  humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos. (FT 8)

Caminantes de la misma carne humana. ¡Qué expresión más llena de significatividad! No solo en el matrimonio, en las relaciones de pareja, en la familia... sino entre los compañeros y compañeras de trabajo también, con las vecinas y vecinos, en la vida social, económica, política… El sueño de Dios es la igualdad de todas sus hijas e hijos; la fraternidad, el amor. El amor que genera amistad social, comunión. El amor que nos hace a su imagen.

Jesús hace una propuesta de un estilo de vida alternativo que sueña para las relaciones humanas la calidad de los días de la Creación. Un estilo de vida que solo puede vivirse y hacerse propio, si nos despojamos de mucho, hasta quedarnos sostenidos por la confianza en Dios, para hacer del sueño de Dios nuestro sueño.

El Reino requiere hacerse niños, volver a vivir esa confianza original para poder acoger toda su riqueza de humanidad. Y necesita -los sueños se construyen juntos- una comunidad de hombres y mujeres comprometidos con el amor a fondo perdido que lo haga palpable, concreto y visible. Estamos convocados a ser la comunidad alternativa y fraterna que se necesita para que el mundo crea.

Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. Una comunidad cuyo centro es Jesús, y por eso, lo son los empobrecidos de hoy. Soñemos también una Iglesia pobre y para los pobres. Seamos capaces de abrirnos a la gratuidad del amor. Fiémonos del amor. Sostengámoslo con nuestra vida amada y capaz de amar. Soñemos juntos el cuidado de unas y otros, el cuidado de la creación.

Dios de amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo 
como instrumentos de tu cariño por todos los seres de esta tierra, 
porque ninguno de ellos está olvidado ante ti.
Ilumina a los dueños del poder y del dinero para que se guarden del pecado de la indiferencia, 
amen el bien común, promuevan a los débiles, y cuiden este mundo que habitamos.
Los pobres y la tierra están clamando: Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz,
para proteger toda vida, para preparar un futuro mejor, 
para que venga tu Reino de justicia, de paz, de amor y de hermosura.

Mi proyecto de vida es el cauce para que los sueños puedan concretarse y no sean meras ensoñaciones, ni nebulosas. Orando en el mundo obrero, concreto mi parte en la construcción del sueño de Dios.

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