Estrenando pluma

Finalmente he comprado la estilográfica aprovechando el descuento que me hacían y un bono de descuento adicional que yo tenía. Una Parker, que se me ha quedado en 30 euros. 

La Elyseé que venía utilizando soltaba ya tinta por todos los sitios y me dejaba los dedos manchados al escribir. Han sido muchos años de servicio. Desde antes de venir a Madrid. Pero me da cosa tirarla, así que quedará en reserva, igual que la otra Parker que me regalaron y que tiene oxidada del sudor -Sevilla pasa factura- la cobertura metálica.

Esta nueva es negra mate, con adornos de acero. Plumín fino, como de costumbre. Algo más gruesa que la anterior. Habrá que adaptarse.

Estrenar una pluma es un ritual casi sacramental. Hacerte con ella, empezar a escribir, descubrir la posición más adecuada, ir domando el plumín hasta que lo que surja pueda identificarse como escritura propia. Hay algo de reticente suavidad al tomarla entre los dedos. Hemos de irnos conociendo. Yo tengo que descubrir lo que ella es capaz de hacer cuando termine por acoplarse a mí y yo a ella, para que seamos uno. Y así surgirá una escritura única, propia, personal, que nadie más será capaz de producir. Pero, además, en ese enlace sentimental que se va generando con la pluma, surgirán contenido, ideas, reflexiones, mundos que aún están por descubrir y poder expresar, sentimientos, vivencias… Será el instrumento que me exprese y me conecte con otras personas, en cartas -todavía alguna manuscrita envío cada año- en notas apresuradas, en apuntes académicos…

Siempre he escrito con pluma, desde que era un chaval. En la universidad tomaba los apuntes a pluma. Eran otros tiempos. Ocasionalmente con bolígrafo, pero es distinto. Un bolígrafo debe ser apretado, obligado a escribir. Has de ejercer una determinada presión para que el papel se impregne. Una pluma se desliza, casi sin empujarla. Descubre lo que quieres expresar y se te adelanta. La energía que no has de emplear en ese esfuerzo adicional se ocupa de generar letras, garabatos, signos, palabras…

Estrenar una pluma es empezar una nueva relación, de cuidado mutuo. Si yo la cuido, estará conmigo mucho tiempo, y me regalará todas esas palabras que, sin saberlo, atesora para mí, hasta hacerse también cauce de oración.


Comentarios

Entradas populares de este blog

No tengo fuerzas para rendirme

Feliz año nuevo, en pijama