Bienaventuranzas de la Reilusión
Felices quienes pueden ver y valorar los pequeños-grandes milagros que se producen cada día en nuestro mundo, desde el amanecer hasta la puesta de sol. Felices quienes son capaces de prescindir de todo lo que les ata, porque ya son libres. Felices quienes se bañan cada mañana en las aguas ardientes de la ternura y la alegría. Felices quienes renacen cuando perciben que aún conservan destellos del niño o la niña que llevan dentro. Felices quienes se reenamoran cada mañana y reinventan los besos, las flores, las palabras, las miradas. Felices quienes oran sin prisa, sin método, como si conversaran con su mejor amigo. Felices quienes sienten la amistad como un perfume siempre fresco, cuya fragancia les embriaga. Felices quienes derraman una lágrima ante la imagen de una mujer maltratada. Felices quienes descubren al atardecer de cada día qué es lo necesario y qué lo superfluo en su existencia. Felices quienes siguen soñando, recuerdan sus sueños e intentan hacerlos realidad. Felices qui...