Hay días, como dice una amiga mía, que está uno como si estuviera "polinizando", flojo del alma, y con el sentimiento a flor de piel. La lágrima ronda, sin llegar a asomarse, el cansancio deja paso a la tristeza, que llega sin razón concreta, y todo eso, al final, se supera con un encuentro, con una mirada, una sonrisa...un abrazo... O con la música. Hoy termina el día escuchando música clásica, que tiene la virtualidad de aferrarse al alma para subirla de sus miserias y despejarla de sus achaques. Dios también es música. Para mí muchos días.