¿Quién eres, Señor?

Cualquier día,
en cualquier momento,
a tiempo o a destiempo,
sin previo aviso,
lanzas tu pregunta:
Y tú, ¿quién dices que soy yo?
Y yo me quedo a medio camino
entre lo correcto y lo que siento,
porque no me atrevo
a correr riesgos
cuando tú me preguntas así.

Nuevamente me equivoco,
y me impones silencio
para que escuche tu latir
y siga tu camino.
Y al poco, vuelves a la carga.
Y tú, ¿quién dices que soy yo?
Enséñame como tú sabes.
Llévame a tu ritmo
por los caminos del Padre
y por esas sendas marginales
que tanto te atraen.

Corrígeme,
cánsame
y vuelve a explicarme
tus proyectos y quereres
y quién eres.

Cuando en tu vida toda
encuentre el sentido
para los trozos de mi vida rota;
cuando en tu sufrimiento y en tu cruz
descubra el valor de todas las cruces;
cuando haga de tu causa mi causa;
cuando ya no busque salvarme
sino perderme en tus quereres…
Entonces, Jesús, vuelve a preguntarme:
Y tú, ¿quién dices que soy yo?

Comentarios

  1. ¡Precioso diálogo con el Maestro! Yo sí sé quién soy para ti, pero ¿y tú para mí? Haces bien en preguntarme, Señor, hasta que aterrice y descubra de verdad tu voluntad. Saludos.

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  2. Esta vez me has dejado sin palabras. Y eso es bastante difícil. Para pensar...

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