No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Por fin llegó el dia!!!! Lo que se ha hecho de esperar....jajaja Fiesta, fiesta....
ResponderEliminarMe encuentro a tiro de piedra, pero desconozco la dirección y dando vueltas se me estropeará lo que he preparado con ilusión. ¡Feliz fiesta!
ResponderEliminarpues ya lo siento. le hemos echado de menos. Hay quien me ha preguntado si iba a venir. De haberlo dicho antes... Ya habrá otra ocasión.
ResponderEliminarTe lo dije, Fernando. Pusiste la dirección en Facebook, pero no aqui... Esto te va a obligar a hacer otra cena.
ResponderEliminar